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Golpea la mesa con su puño, siente la frustración correr por sus venas y cómo la ira se adueña de ella. ¡Maldita sea! No puede seguir así. Necesita hacerlo, necesita continuar. Pero apenas es capaz de reunir dos míseras palabras. La inspiración parece haberse esfumado.
Da una vuelta con su silla giratoria mientras echa todo su cuerpo en el respaldo, trata de recuperar el control de sí misma y de que ningún pensamiento vague por su mente demandando atención. Sospecha que está demasiado preocupada por el tiempo que le queda como para culminar el libro. Mira el calendario, verifica que, efectivamente, posee cinco días y deberá enviar el borrador a la editorial que tanto ha confiado en ella. Ninguna con las que contactó le dio la oportunidad a la trilogía Distorsión del amor, cuyo final le está quebrando la cabeza en dos mitades.
Al principio tenía bastante claro cuál sería la trayectoria de su historia, sin embargo, cuánto mayores son sus lapsos de soledad, más confusa se encuentra acerca del amor. De hecho, es todavía más complicado para una chica que ha experimentado dichas mariposas una sola vez; para rematar, en secundaria, la época en la que las ilusiones se alimentan incluso con una llana mirada. Han pasado cinco años desde su primera y última relación, y por mucho que se documente leyendo romances de sus escritoras favoritas, nada podrá equiparar una vivencia completamente real a una creada basándose en antiguas interpretaciones.
