En ocasiones te das cuenta que la persona a quien amas, es esa que estuvo cercanamente lejos.
Bella sabía perfectamente a quién quería, pero estaba claro que no podía dejarse llevar por sus sentimientos.
Y el inesperado acercamiento de Jasper Hale...
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Bella Swan
El líder de los Vulturi nos miraba a Emma y a mí, esperando una respuesta de nuestra parte. No sabía exactamente qué hacer, si su don llegaba a funcionar en mí, significa que sabrá todo de mí, hasta eso que tanto quiero ocultar y olvidar.
Edward podría leer todos mis pensamientos a través de Aro.
Le di una mirada a Emma, no hizo ningún movimiento, salvo mirar hacia la izquierda. Esas eran nuestras respuestas, así que sabía que entonces debía hacerlo.
Tampoco es que tuviéramos alguna opción. Estoy segura que la amabilidad con la que Aro nos hablaba, solo era un disfraz para ocultar su verdadera esencia.
Con mi mano un poco temblorosa, extendí mi mano hacia él. Quien de inmediato la tomó. Su rostro pasó de curiosidad a incredulidad, a los pocos segundos soltó mi mano.
—Interesante —desvió la mirada de mí a Emma. Ella también extendió su mano, pero con muchísima más seguridad.
Se notaba tan tranquila, que quise saber si por dentro estaba igual de tranquila de lo que percibía en su rostro, o tal vez se estaba muriendo de los nervios y el miedo.
Aro la soltó, incluso hizo una pequeña mueca, casi imperceptible. Edward miró con confusión a Aro, después posó su mirada en Emma. Tal vez Aro si pudo ver los pensamientos de Emma y descubrió que tiene el don del tiempo, ese es su poder de bruja, aunque dijo que aún no ha podido desarrollarlo bien.
—No pude ver absolutamente nada, en ninguna de las dos —los hombros de Emma se relajaron—. Me pregunto si son resistentes a todos nuestros dones. ¿Jane, querida?
—¡No! —Edward se interpuso entre Jane y nosotras, evitando que lo que sea que la vampira hiciese llegara a nosotras.
Edward cayó de rodillas al suelo. Se escuchó como si una roca gigante fuera abruptamente golpeada, incluso se pudo apreciar el crujir de los huesos.
—¡Basta! —grité. Intenté acercarme, sin embargo, el chico, Alec, apareció frente a mí, sin dejarme escapatoria—. ¡Deténganse!
—¡Lo haremos, no tienen que lastimarlo! —esta vez fue Emma quien habló.
—Jane —la llamó Aro. Solté un gran suspiro de alivio al ver cómo Edward dejaba de retorcerse en el suelo.
Emma pareció relajarse un poco. Sabía que, aunque Edward no le agradara, no le gustaba ver sufrir a las personas. Eso es una de las cosas que admiro de ella, siempre se preocupa por el bienestar de los demás, aun cuando éstos hayan hecho algo que no le parezca correcto, aunque claro, ella tiene sus excepciones.
Miré a Alice, nos susurró que Edward estaba bien. Lo confirmamos cuando lo vimos levantarse del suelo.
Emma y yo nos miramos. Si a Edward le dolió lo que Jane hizo, estábamos seguras que con nosotras sería peor. Sin embargo, el rostro horrorizado que Edward tenía hacía tan solo un momento, cambió a uno de alivio.
