En ocasiones te das cuenta que la persona a quien amas, es esa que estuvo cercanamente lejos.
Bella sabía perfectamente a quién quería, pero estaba claro que no podía dejarse llevar por sus sentimientos.
Y el inesperado acercamiento de Jasper Hale...
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—¡Bella, no te muevas! —me regaña Emma, quien está haciéndome un pequeño delineado en mis ojos.
Me estresa, pero al mismo tiempo me siento bien cuando me maquilla un poco. Me hace sentir más linda.
—Listo. Vamos a desayunar, porque si no lo hago, moriré de hambre en medio de clases, aunque pensándolo bien... —mete a su mochila un par de frituras—, puedo comer esto en la clase.
—No dejan comer en clase, Emma.
—Los profesores no tienen porqué enterarse —niego con la cabeza—. Te espero abajo, no tardes y no te cambies de ropa.
Me lanza un beso antes de salir de mi habitación. Suelto un pequeño suspiro y me levanto hasta llegar al espejo, dónde puedo ver mi reflejo. Me miro con atención y sin poder evitarlo, una sonrisa aparece en mi rostro, logro distinguir que no soy la misma de antes. No soy la chica que parecía estar en depresión y definitivamente no soy más la chica que salía con Edward Cullen.
Siento que estoy creando una nueva versión de mí, y eso realmente me gusta.
Antes no me habría imaginado si quiera que usaría unos jeans medianamente ajustados junto una blusa blanca con un poco de escote y el blazer negro que Emma eligió para mí. Y más aparte, los hermosos botines negros con un poco de tacón.
Mis pómulos tienen un poco de rubor que se nota con facilidad dado mi caucásica piel y mis ojos se ven un poco más grandes con el delineado y la sombra dorada que puso Emma. Incluso podría decir que mi mirada luce... seductora.
Definitivamente me gusta.
—¡Bella, se hace tarde! —salgo de la ensoñación que me causó mi mirada y voy hasta donde está mi mochila.
Una vez que me aseguro de tener todo listo, salgo de la habitación y bajo lo mas rápido que puedo las escaleras, procurando no caerme en el proceso.
—¿Saben por qué están castigadas? —inquiere Charlie una vez que entro a la cocina.
—¿Por qué te dimos problemas? —responde Emma con otra pregunta.
—Exactamente. Dime, Bella, ¿sigues con el niño Cullen? —papá siempre trataba de no decir el nombre de Edward. Por lo visto, sigue sin agradarle.
—No, papá —dije de forma cansada—. Te he dicho que ya no estoy con él.
—Siendo así, les retiraré el castigo. Siempre y cuando ocupes este tiempo libre para estar con tus demás amigos. Con Jacob, por ejemplo. Billy me ha dicho que no está muy bien.
—¿Jacob? —eso sin duda me confundió—. Pero él estuvo el sábado aquí, y se veía bien.
—Bueno, y Emma, espero que trates de no seguir las influencias de Bella —abrí mi boca con indignación—. ¿Cómo te sientes?
