En ocasiones te das cuenta que la persona a quien amas, es esa que estuvo cercanamente lejos.
Bella sabía perfectamente a quién quería, pero estaba claro que no podía dejarse llevar por sus sentimientos.
Y el inesperado acercamiento de Jasper Hale...
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Bella Swan
Me sentía ansiosa. Nerviosa. Temerosa. Miles de emociones me embargaban. Mi estómago se revolvía de solo pensar en que estaba cada vez más cerca de llegar a la casa de los Cullen.
En el auto íbamos Edward, Emma y yo. Había incluido en esta travesía a mi prima sin siquiera darme cuenta.
Veinte días pasaron desde que salimos de Italia y tan solo dos de que regresamos a Forks. Charlie está realmente furioso con Emma y conmigo, pero al menos disminuyó el castigo que nos puso, por Emma.
La semana pasada dimos sepultura a mis tíos. Esta vez Emma no lloró, se mostró fuerte, valiente. Algunos de los socios de mis tíos asistieron, dando sus condolencias.
Emma tuvo que hacer miles de cosas de papeleo, es por eso que tardamos más tiempo en regresar. Ella me dijo que solo hasta que termine el instituto se quedará aquí, después se irá, al menos eso tiene planeado. La entiendo, incluso he considerado la posibilidad de irme con ella, pero no quiero dejar a papá nuevamente solo.
Ahora nos dirigíamos a donde los Cullen, en plena madrugada, ya que, aún seguimos castigadas. Edward dijo que debíamos hablar sobre lo qué pasó en Italia, también porque Rosalie quiere disculparse. Algo que me resulta muy difícil de creer.
El problema radica en que lo volveré a ver. El sentimiento de angustia, emoción y miles de cosas más no se va, incluso incrementa a cada segundo. No estoy lista.
—¿Te quedarás ahí? —la voz de Emma me hizo sobresaltar—. Llegamos, Bells.
—Podría quedarme aquí el resto de mi vida.
—No seas dramática, todo saldrá bien —estiró su mano hacia mí, la tomé, dándome más seguridad—. Tranquila.
Edward nos esperaba desde la entrada de la casa. Respiré hondo y salí del auto. Había llegado el momento.
—Debimos quedarnos en New York.
—La casa es linda —elogia Emma, ignorando mi comentario.
—Esme la diseñó —dice Edward—. Le agradará saber que te gusta.
—¿Quién es Esme?
—Es prácticamente su madre —respondo.
Carlisle fue quien nos recibió, dándonos la bienvenida, incluso a Emma, ella ya estaba nuevamente casi durmiéndose de pie. Usaba un pantalón de pijama azul marino, al igual que una blusa de manga larga y un grande y largo abrigo beige, el cual llevaba abierto.
Yo no iba tan diferente a ella, realmente llevábamos la misma pijama, compramos dos iguales, la única diferencia de su pijama a la mía, es que en la espalda de mi blusa tiene una letra B, y la de ella tiene una E.
Subimos las escaleras. Sentía que mi corazón iba a salirse de mi pecho, así que discretamente acerqué mi dedo índice y medio al costado de mi cuello, justo debajo de la mandíbula, tratando de saber si mi pulso se encontraba acelerado, pero no, la realidad es que estaba estable. Así que, eso me hizo llegar a la conclusión que solo mi mente se sentía tan aturdida y ansiosa.
