En ocasiones te das cuenta que la persona a quien amas, es esa que estuvo cercanamente lejos.
Bella sabía perfectamente a quién quería, pero estaba claro que no podía dejarse llevar por sus sentimientos.
Y el inesperado acercamiento de Jasper Hale...
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Narrador Omnisciente
A pesar de que Jasper Hale, gracias a su don, podía controlar muy bien las emociones, le resultaba realmente difícil dominar las suyas justo en ese momento.
Pero como siempre, su fiel compañera, la que le dio esperanza desde que la conoció, estaba allí, apoyando y dándole palabras de aliento.
—Tranquilo, Jasper. Será una gran tarde, confía en mí.
—Eres la persona en quien más confío, Alice. Pero eso no evita que dude de mi mismo.
La menuda duendecillo se acercó y le abrazó por la espalda, en un intento de darle más confianza al rubio.
—Todo saldrá bien.
Con más seguridad, Jasper se separó de ella y dejó un casto beso en la frente de la chica, para después subir al Jeep que Emmet le había prestado. Había elegido llevar ese auto, para que Bella Swan se sintiera más cómoda, por el espacio.
Una vez que Alice vio al rubio Hale desaparecer entre el camino del bosque, pudo dejar de fingir y dejó fluir su preocupación en todo su esplendor. Así como en segundos, entró a la casa, llegando hasta el despacho de su padre, el cual se encontraba leyendo un par de papeles respecto a su trabajo, pero que hizo de lado al notar lo preocupada que su hija se veía.
—¿Qué ocurre, Alice? ¿Alguna otra visión? —la vampiresa ya le había comentado a su padre sobre las imágenes que se presentaron en su mente a la hora del almuerzo en el instituto, aunque aún faltaba hablar con el resto de la familia, pero esta vez quería hablar de algo igual, pero al mismo tiempo diferente con su padre.
—Carlisle, no he tenido visiones —sus ojos se cristalizaron sin poder evitarlo y la impotencia de no poder sacar lágrimas llegó a ella, incrementando su dolor.
—¿De qué hablas? —Carlisle se levantó y se acercó hasta ella, para tomar delicadamente su mano y que juntos llegaran a un sofá que tenía en el despacho—. Cuéntame, hija.
—No puedo ver el futuro, mi futuro. Es... cómo si algo no me permitiera ver nada sobre mí, o tal vez yo...
Soltó un sollozo de solo imaginarlo.
—No te pasará nada, Alice. Vamos a investigar y veremos qué sucede. Tranquila.
La estrechó entre sus brazos y pudo sentir como la chica se iba tranquilizando, pues, a pesar de no poder llorar, si soltaba sollozos que ya estaban aminorando.
—¿Desde cuándo ocurre? —inquirió el patriarca una vez que Alice se separó de él para poder verlo.
—No lo sé con certeza. La última vez que quise ver algo sobre mí, fue antes de venir a Forks para saber si Bella y Emma estaban bien.
—¿Y qué viste en ese momento?
Alice frunció el ceño mientras recordaba lo que había visto, pues en ese momento solo le resultó extraño, así que no se había concentrado en eso, hasta ahora.
