Capítulo 8 🎬

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Cuando llego a casa luego de aquella extraña conversación, voy directo a la habitación, me doy un baño mientras recuerdo lo que había pasado y las cosas que me dijo Ramiro, entonces, cuando salgo de la ducha y me miro al espejo, noto que todavía t...

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Cuando llego a casa luego de aquella extraña conversación, voy directo a la habitación, me doy un baño mientras recuerdo lo que había pasado y las cosas que me dijo Ramiro, entonces, cuando salgo de la ducha y me miro al espejo, noto que todavía tengo la sonrisa bobalicona.

Me asusto, me alerto.

Borro la sonrisa y me miro a los ojos.

—No seas estúpida, Oriana, no te dejes engañar —regaño a mi reflejo en el espejo—. Recuerda, somos actores, ganamos dinero mintiendo —añado—, solo quiere escalar y tú eres la mejor escalera.

Suspiro.

Esto ya me ha sucedido varias veces, la gente se acerca por la fama, por el glamur que otorga ser novio o amiga de una persona famosa. Algunas personas se dejan pisotear como si fueran alfombras con tal de que la gente sepa que te conoce, otras buscan ayudarte de alguna manera, intentan volverse importantes y, si es posible, indispensables, para lograr poder sobre uno.

Yo pienso que todo en esta vida es cuestión de poder, el poder se adquiere a raíz del temor de los demás, del respeto. Si alguien te respeta y te teme no pasará por sobre ti, pero si no, te pisoteará con tal de lograr su objetivo.

La gente cree que ser famoso es divertido, que ser conocido por mucha gente te hace mejor persona o más especial. No se dan cuenta que la fama te quita todo, en especial la libertad. Yo no puedo salir por la calle e ir al supermercado tranquila sin que alguien me pida una foto, debo cuidar mi imagen así salga a la esquina a comprar una fruta. Basta un solo paso en falso, una foto que se filtre, un momento, un desliz, para que la prensa saque sus uñas afiladas y te las clave.

Y algunos lo saben, y se aprovechan de ello. Te ofrecen una amistad o una relación aparentemente real y sincera, te hacen sentir bien cuando estás sumida en la soledad, solo para conseguir algo, un poco de fama, un poco de luz, un poco de diversión en sus aburridas vidas. ¿A costa de qué? De mi triste existencia.

A mí la fama me ha sacado demasiadas cosas, pienso mientras camino hasta mi habitación y me pongo una camisola grande para descansar. Todavía recuerdo cuando era una niña, la serie se hizo famosa y al año mi vida había cambiado por completo. Ya no podía ir a la escuela, ya no tenía amigas reales ni fiestas de cumpleaños, estaba iniciando la adolescencia y no me dejaban ir a fiestas porque siempre tenía que trabajar. ¿Y mis padres? Fueron los primeros en abandonarme para pelearse por el dinero que yo hacía.

Mi familia fue lo primero que se destruyó, y con ello comenzó la soledad. Imagino a la soledad como una nube tóxica trasparente que va ingresando a una ciudad, como en esas películas apocalípticas, entra y toma todo a su paso, lo infecta todo, lo llena todo. Hay quienes corren a ponerse una máscara de oxígeno para resistir, pero estamos los que nos hemos dejado infestar, la soledad ha entrado en nuestros pulmones y nos impide respirar.

Te quita fuerzas, te apaga lentamente, al principio sientes que necesitas a alguien con quien conversar y compartir tu vida, que te desesperas en el silencio y en tu propia angustia, pero pasa el tiempo y solo te dejas estar, te zambulles en ese silencio eterno en el que no hay nadie más que vele por ti y te convences de que así es mucho mejor. Mejor porque ha habido veces que en la desesperación te has dejado llevar por una mano que parecía amiga, para darte cuenta al rato que solo era un oportunista más.

La vida NO es una película 🎬Where stories live. Discover now