Capítulo 23 🎬

1K 258 50
                                    

Me siento tranquila en los brazos de Ramiro, no me importa estar desnuda, de hecho, es mejor así, me siento completamente expuesta y diminuta, y está bien que él me vea así porque de una vez por todas dejará de admirarme y me comenzará a ver como ...

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Me siento tranquila en los brazos de Ramiro, no me importa estar desnuda, de hecho, es mejor así, me siento completamente expuesta y diminuta, y está bien que él me vea así porque de una vez por todas dejará de admirarme y me comenzará a ver como lo que soy en verdad, y entonces podrá huir, correr, dejarme sola de nuevo... antes de que sea muy tarde.

Sin embargo, aún queda algo más, una capa más, una verdad más que desvelar.

—Ayer tenía el parche —digo y él asiente—, era lo único de mí que te faltaba ver... hoy no lo tengo —anuncio y señalo mi entrepierna.

—Eres preciosa —dice él y me besa en la frente—, con parche o sin él —bromea.

—En mi alma también hay un parche, uno que cubre mi parte más íntima, algo que no lo sabe nadie más que Aldo... y Sara... —admito—, mi secreto más escondido.

—No tienes que revelármelo.

—Quiero hacerlo...

—Entonces te escucho —susurra.

—Estaba embarazada... Ser madre era mi mayor sueño, Ramiro... es irónico porque no sé cómo ser una buena madre ya que no he tenido una muy buena... pero yo sentía que solo con un hijo mi vida tendría sentido, podría volcar en él o en ella el amor que siempre quise recibir, sanar mi herida de niña... no sé si tiene sentido...

—Claro que lo tiene...

—Y me embaracé de Aldo, creía que él era el amor de mi vida y que formaríamos una buena familia...

—¿Y qué pasó? —pregunta ante mi silencio.

—Protegimos la información de los medios, yo no quería exponer a mi bebé, ni íbamos a decirlo hasta que naciera... Yo trabajaba muchísimo, estaba acabando una grabación de una película de acción... Luego me tomaría vacaciones, estaba todo planeado para que coincidiera con el nacimiento del bebé y me tomaría un año sabático para entregarme por completo a la maternidad —digo y sonrío con melancolía.

—Oh...

—Salía bien, todo estaba en orden... el bebé crecía en mi interior y yo...

—¿Tú qué?

—Lo perdí... —Mi voz suena rota y apagada—. Estaba grabando y comencé a sangrar, me llevaron a urgencias... desprendimiento de placenta...

—Lo siento tanto, Ori...

—Se me murió mi bebé...

Lo exteriorizo por primera vez en años y al hacerlo siento que es real.

—Yo lo amaba, Rami... lo amaba tanto... Y ni siquiera lo dije a la prensa... no lo dije, lo callé... Temía que me juzgaran por haberlo perdido, por no haberme tomado un descanso para llevar el embarazo a término. Pensé que no fui una buena madre, no supe hacerlo crecer en mi interior...

—Fue un accidente, Oriana, no puedes culparte por eso...

—Lo sé, racionalmente lo sé, pero no por dentro. Eso mató mi relación con Aldo, no superé nunca el duelo, la tristeza, la melancolía... Sentía que él me culpaba también, aunque él me decía que no... que solo estaba en mi cabeza, que podríamos intentarlo de nuevo...

—Lo siento, Ori, de verdad lo siento mucho...

—Lo dejé ir... él me dijo que ya no podíamos seguir así, que él se hundía a mi lado... que si lo amaba que nos rescatara a ambos o él se iría... Yo sentí que debía elegir entre él o el recuerdo de mi hijo, y siempre elegiría a un hijo, nunca haría como mis padres...

—Ay, Oriana... pero lo entendiste todo mal...

—Lo sé... lo sé... pero estaba muy mal. No pretendo que me entiendas —susurro—, solo alguien que ha perdido un hijo podría entenderme...

—Yo no he perdido un hijo, pero juro que te entiendo —dice y me besa en la frente.

—Lo único que deseaba era ser madre... —admito—, y hasta me avergonzaba de ello, porque hoy en día parece que desear un hijo es un error grave contra la modernidad. ¿Sabes qué me dijo Constanza? Que a lo mejor era mejor que lo hubiese perdido porque me habría retrasado en mi carrera y además no me veía con pasta de madre.

—Vaya... qué buena amiga tenías —dice con ironía—. Y es por eso es que te dolió tanto que ella se embarazara de Eduardo.

—Sí, porque él dijo que no quería más hijos... tiene dos que ya son grandes.

—Comprendo... —dice y suspira.

—Hubiera sido una buena madre...

—Claro que sí, estoy seguro de eso —añade y vuelve a besarme en la frente. No sé cuántos besos me ha dado ya, pero me encantan.

—¿Tú quieres hijos? —inquiero y él sonríe.

—Sí, pero no sé, no he pensado en eso aún... —responde.

Quedamos en silencio un rato más.

—Ahora sí... me he desnudado por completo para ti, ya sabes todo de mí...

—Y me sigues pareciendo hermosa... y ahora más, porque también te veo humana —dice y yo me acurruco más en sus brazos.

 y ahora más, porque también te veo humana —dice y yo me acurruco más en sus brazos

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Aquí el capítulo, sé que está cortito les subo otro.

La vida NO es una película 🎬Donde viven las historias. Descúbrelo ahora