Capítulo 46 🎬

1.1K 270 220
                                    

Ramiro se sirve un pedazo de pizza y me sirve uno

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

Ramiro se sirve un pedazo de pizza y me sirve uno.

—¿Te ha gustado la obra? —pregunta y yo asiento.

—Me ha encantado, eres genial, ¿lo sabes? —bromeo y él sonríe.

—Me gusta mucho el teatro... —responde con entusiasmo.

—Creo que quiero ser la presidenta de tu club de fans —bromeo y él sonríe con emoción.

Comemos un poco sin dejar de mirarnos y entonces suspiro para tomar fuerzas.

—Hablemos... pero hagámoslo sin pelear, Rami...

—No tengo intensiones de pelear, lo siento, la vez anterior se me fue de las manos. No quería decir todo lo que dije.

Yo sonrío con ternura y acerco mi mano a la suya.

—Tenías derecho a decirlo, creo que esa es la base de una relación sana, decírnoslo todo, hablarlo, que ambos sepamos lo que el otro siente y piensa.

Él levanta las cejas.

—Bueno... pero siempre es mejor hacerlo sin pelear —añade y yo asiento—. ¿Por dónde quieres empezar?

—Quiero preguntarte algo —inicio la conversación por aquella duda que me carcome.

—Dime...

—¿Por qué has dejado de ir a las fiestas y esas cosas? —pregunto.

Él me observa.

—Mira, seré muy claro, no fue por ti y no quiero que pienses que es así, no porque no te quiera o no desee hacer cosas por ti, no lo malinterpretes. Es más bien porque cuando uno hace algo o deja de hacer algo por otra persona, casi siempre, termina volviéndolo a hacer. La motivación debe ser interna, aunque pueda influir otra persona en la misma. —Yo asiento y él continúa—Cuando terminaste conmigo hice todo lo contrario, comencé a ir con más frecuencia. No estoy orgulloso de ello, fue como una reacción a causa del despecho y el dolor, muy inmaduro, por cierto... pero estaba enfadado, sentía que no confiabas en mí y quería demostrarte que estabas equivocada. Quería ser yo el que dijera algo como: «¿Ves? he venido y no ha pasado nada, no me he emborrachado, ni me he drogado, ni me he acostado con una desconocida o he sido parte de una orgía en la piscina».

—Tiene sentido —afirmo, aunque no con mucha alegría.

—Sentía que tú querías que me equivocara para tener razón...

—No era así.

—Lo sé, escucha —pide y yo asiento—. Estuve a punto de hacer muchas locuras, sí me emborraché hasta perder el sentido y un par de veces probé alguna que otra sustancia extraña. No me enorgullezco de ello, pero no llegué a estar con nadie... aunque recibí muchas ofertas.

—Eso lo puedo suponer... —agrego sin evitar sentir cómo si se me achicara el estómago.

—El caso, Oriana es que ese no era yo y me di cuenta a tiempo. Y sí, tenías razón... el límite es demasiado borroso, cada noche y tras cada trago las cosas parecían más normales y uno comienza a plantearse qué es lo que está mal si uno es feliz. La gente del entorno lo hace más difícil, porque llega un punto en el que te sientes el raro, el diferente, y no quieres eso... comienzas a plantearte quién tiene la razón... y dudas...

La vida NO es una película 🎬Where stories live. Discover now