Capítulo 44 🎬

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Estoy sentado en mi vestuario rústico, el mismo que comparto con todos los actores de la obra, pero ahora estoy solo, es temprano y yo he venido antes porque necesitaba estar aquí

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Estoy sentado en mi vestuario rústico, el mismo que comparto con todos los actores de la obra, pero ahora estoy solo, es temprano y yo he venido antes porque necesitaba estar aquí. Me miro al espejo y siento que el tiempo es tirano y se lleva cada día un poco de lo que éramos a la vez que es generoso y nos da la oportunidad de ser alguien nuevo, alguien mejor.

Y yo aquí sigo siendo el mismo, disfrutando de este espacio de la misma manera que disfruto de las grabaciones de las películas y de la vida en la que llevo metido desde hace un tiempo. Mucho ha cambiado en mí, pero mucho sigue igual. La gente me critica mi ingenuidad y lo ven como un defecto, tanto que yo he empezado a cuestionármelo, pero no creo que esté mal. ¿Qué es ser ingenuo? ¿Seguir creyendo en las personas, en la amistad, en el amor, en la felicidad y en los buenos deseos? ¿Por qué eso está tan mal? ¿Por qué hoy todos tenemos que pensar mal primero y ser tan desconfiados?

Para evitar lastimarnos, fue la respuesta de Melanie cuando hablamos de esto.

Pues yo prefiero lastimarme y aprender que privarme de cosas tan hermosas y que me hacen feliz.

—Dicen que habrá gente de la prensa —dice Rocío cuando ingresa. Ella es mi compañera de colegio de toda la vida y hoy es mi coprotagonista en la obra—. Es gracias a ti, sonríe con emoción.

Me encojo de hombros.

—No los invité, vinieron solitos.

—Pero vienen detrás de ti —afirma. Mi madre dice que han estado rondando el pueblo desde que llegaste.

—Lo sé, es molesto... —me quejo—. Pero no quiero vivir la vida escondiéndome... es horrible también —afirmo.

—Me imagino que sí —dice ella y saca su maletín para comenzar a maquillarse—. Siempre que veo esas noticias sobre los famosos pienso lo feo que ha de ser no poder vivir una vida normal. ¿Cómo lo llevas tú?

—Pues... No me molesta, me da lo mismo lo que piensen los demás o lo que digan de mí siempre que yo sepa quién soy —digo y vuelvo a mirarme al espejo—. El problema es que a veces uno acaba por dudar de todo.

Ella sonríe.

—Eso no les pasa solo a los famosos, Rami... uno se pierde de vez en cuando... cada tanto —añade mientras se pone la base—, luego se encuentra de nuevo... y así...

—¿Sí? —inquiero con diversión y ella asiente con gesto exagerado—. Es bueno saberlo —concluyo.

—Tú eres un chico genial, todos aquí te conocemos desde siempre, mucho antes de que les quitaras suspiros a las chicas que te siguen en la gran ciudad —bromea—, así que cuando necesites encontrarte, solo búscanos, una buena manera de encontrarse a uno mismo es buscando en las personas que te aprecian y siempre han estado allí...

—Es una buena idea... disfruto mucho de este tiempo con ustedes —afirmo y ella me guiña un ojo.

Los demás compañeros llegan al rato y todos comienzan a prepararse entre bromas y sonrisas. Extrañaba tanto esto y la emoción de subir al escenario. Cuando salgo, el teatro está agarrotado de gente, hay personas sentadas en las escaleras y gente de pie en el fondo. Todos aplauden cuando salgo a escena y la obra sale mejor de lo que esperábamos.

Al final de todo, Gabriela, la directora, sube al escenario en medio de aplausos y vítores y recibe un ramo de flores. Pide la palabra y hace un gesto para que el auditorio haga silencio.

—Quiero decir unas palabras de agradecimiento a Ramiro Colombo, nuestro compañero de toda la vida, que una vez más ha dado su sí esta noche para una causa muy noble. Todos sabemos que esta obra es por un bien mayor, juntar fondos para ayudar a la hija de nuestro compañero Marcos, que está en estado crítico y necesita realizarse una cirugía de urgencia, y para nosotros es muy importante que Ramiro haya colaborado para que todo fuera un éxito y esta sala, así como las próximas funciones, esté llena de gente. Pido un fuerte aplauso para todos los que hicieron posible esta puesta en escena, especialmente para él, por eso hoy queremos hacerle un homenaje y darle una placa de agradecimiento.

La gente estalla en ovaciones y yo me acerco a Gabriela para recibir la placa.

—Estoy muy feliz de estar aquí esta noche y quiero aclarar que para mí no es algo extraordinario. Les agradezco muchísimo el cariño, pero dentro de todo, soy uno más, uno como ustedes que ha crecido en estas tablas y que ha reído y llorado en este espacio que considero mi casa. Estoy aquí hoy, muy feliz de poder ayudar a Marcos y agradecido con todos los que han venido y vendrán a las siguientes funciones. Todos somos uno en este equipo, y yo siempre que mis horarios me lo permitan estaré aquí para compartir tiempo de calidad con quienes considero mis amigos, mis hermanos, mis compañeros.

La gente vuelve a aplaudir y todos saludamos al público antes de que se cierre el telón y nos abracemos felices del éxito que ha tenido la obra. Sé que muchas veces hemos actuado para tres o cuatro personas, pero nunca lo hemos hecho mal solo porque no tuviéramos público o rubro, lo hicimos siempre por amor al arte y al teatro, por lo que el haber contribuido a que mis compañeros se sintieran tan plenos hoy con ese teatro repleto me hace sentir bien y orgulloso.

Cuando salgo me dedico a saludar a todos y cada uno de los que se acercan a mí, me tomo fotos con todos los que desean hacerlo y firmo autógrafos sin prisa ni cansancio. Verónica se acerca a darme un abrazo y me presenta a Elías, su novio, él me pasa la mano y yo bromeo diciéndole que lamento informarle que ha perdido la apuesta porque Vero es mi mejor amiga desde hace muchos años y que tenemos planeado retomar la amistad que se enfrió un poco por cuestiones de la vida. Él la abraza y la besa con ternura en la frente y me dice que está contento de conocerme y feliz de haber perdido la apuesta por una amistad que parece real y bonita. Y me cae bien, me gusta como la mira, cómo la abraza y me gusta su mano sobre su vientre.

Hablamos un poco y luego se despiden para que yo siga sacándome fotos, y cuando al fin se disipa la multitud, la veo, recostada con un café en la mano conversando con Luana y sonriendo. Entre tanto movimiento no me había percatado de su presencia hasta que una de las personas que me pidió una firma mencionó que Oriana Iglesias estaba presente. Levanto la vista y ella me mira, me regala una sonrisa y un saludo con su mano.

Yo le devuelvo el saludo y acabo con las fotos de las últimas personas que me esperan antes de caminar hacia ella.

Yo le devuelvo el saludo y acabo con las fotos de las últimas personas que me esperan antes de caminar hacia ella

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Solo quedan dos :)

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La vida NO es una película 🎬Where stories live. Discover now