Capítulo 9

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Siguió sujetando mi mano; con la otra me rodeó por la espalda baja. Aunque hubiese querido apartarme, su abrazo y fuerza resultaron mayores a mi voluntad. Cerré los ojos, acepté sus labios sobre los míos aún con la tensión en el cuerpo.

Me sujeté de su hombro, después deslicé los dedos por la parte trasera de su cuello. Entreabrí la boca casi en ese instante, dejándome llevar por la locura y la pasión. Tenía más de un año sin besar a alguien nuevo y la desesperación por hacerlo fue mucho mayor a la que jamás hubiese esperado.

Todo sucedió muy rápido. No sabía si disfrutarlo o aterrarme por ello. El daño estaba hecho y era inevitable retroceder en el tiempo para impedirlo. Besaba a mi profesor, en su casa, sin que él supiera que yo era en realidad un chico y su estudiante.

Saboreé la lengua de Rynne con detenimiento, igual que él lo hizo con la mía. Sabía a vino dulce, uno que jamás había probado y que era delicioso. Quería experimentarlo todo, sin pensar en las consecuencias ni en los futuros arrepentimientos.

El calor en el ambiente incrementó casi de golpe. Podía escuchar sus agitadas respiraciones, sentir el calor de su piel sobre la mía. Cada vez que entreabríamos la boca oía mis propios y bajos jadeos, que también parecían provocarlo.

Luego de un minuto, finalmente nos separó, aunque no quitó su mano de mi espalda ni dejó que pudiera distanciarme. Alcé la vista con sorpresa. Rynne entrecerraba los ojos y me veía fijamente con ellos, sonriendo. Su rostro se notaba bastante enrojecido, pero no tanto como el mío.

—¿No quieres quedarte esta noche? —murmuró, con tono y mirada firmes.

Respingué un poco en mi posición, mudo. Hice una pequeña negación de cabeza antes de contestarle en voz baja que alguien más me esperaba.

No podía quedarme, de ninguna manera. Sabía lo que significaba su sugerencia y no deseaba que Rynne descubriera mi mentira, mucho menos que supiera quién era en realidad. Daron tenía intenciones más profundas que una charla o un beso, intenciones que se ajustaban muy bien a las fantasías que yo tenía con él.

Rynne respetó mi decisión. No se comportó hostil ni insistente después de mi negativa. Apartó sus brazos de mí y volvió a mantener las distancias, un poco encogido de hombros. Pensaba con detenimiento qué decirme después de que la incomodidad se apoderase del ambiente.

Se rascó la nuca, curvó las cejas hacia arriba y se rio un poco bajo, con vergüenza.

—No me digas que tienes novio, Allison... —Buscó la respuesta en mis ojos, ansioso—. Dios, me siento terrible ahora.

Se pasó el cabello hacia atrás con ambas manos, soltó un pesado suspiro justo cuando miraba hacia el techo. No sabía si su actitud era de auténtico arrepentimiento o solo fingía sentirse así.

Antes de que él comenzara a disculparse por una suposición que ni siquiera le confirmé, sujeté uno de sus brazos con suavidad para tranquilizar un poco a su confusión. En cuanto volteó a verme, le dije que no tenía novio, que solo me esperaba mi madre.

—Puedo quedarme solo un poco más —decidí en ese momento—. Me gustó el beso.

Y no mentía. Rynne era indiscutiblemente un gran besador. Tener treinta y cuatro años aseguraban una previa experiencia de la que yo carecía. Lo sabía por la forma en la que me sostenía, por la forma en la que controlaba su boca y su cuerpo, por cómo soltaba sugerencias de tener algo casual tan a la ligera.

Él aceptó de inmediato, sugiriendo que continuáramos en el sofá. Nos aproximamos hasta allí con cierta prisa. Volvimos a besarnos incluso antes de que pudiéramos sentarnos. Daron me tomó de las mejillas y me condujo hasta la esquina, donde terminé casi recostado.

El inestable mundo de Alroy [COMPLETA]Where stories live. Discover now