Capítulo 38

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Daron Rynne destacaba bastante en tres cosas: en su excelente desempeño como profesor, su personalidad amable —y perfectamente trabajada— que inspiraba confianza, y su indiscutible atractivo físico

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Daron Rynne destacaba bastante en tres cosas: en su excelente desempeño como profesor, su personalidad amable —y perfectamente trabajada— que inspiraba confianza, y su indiscutible atractivo físico. Gracias a eso, su supervivencia en el mundo estaba fácilmente garantizada, lo que era envidiable cuando analizabas lo lejos que había llegado.

A través de sus acciones, en especial las más recientes, Daron sacó a relucir una cuarta cosa, su as bajo la manga, el verdadero pilar de sus tres destacadas cualidades: era muy inteligente. Tanto, que su estrategia para librarse de cualquier tipo de consecuencia era fingir ingenuidad y preocupación. Siempre le daba resultado.

Yo sabía que Daron era una mala persona, pero no sabía qué tanto hasta que Lucien me reveló la verdad de su relación. Soporté que me utilizara para su propio placer en provecho de mi vulnerabilidad y que después me desechara como un pañuelo sucio. Pero que a raíz de eso dejara de lado la vergüenza para chantajear a otro alumno con su propia libertad... Eso me provocó una ira parecida a la que Adam me produjo cuando decidí que lo mataría.

—Tiene que pagar. —Le dije a Lucien aquella tarde que lloró en mi sala, aún consternado por su irreparable situación.

Dejé que siguiera desahogándose, que manifestara sus miedos y sacara esa vulnerabilidad que creí inexistente, hasta el punto en que se avergonzó por lo ridículo que se veía. Yo lo escuché todo en silencio, meditando, con la fuerte idea en la cabeza de que teníamos que detener a nuestro profesor a la fuerza para que Lucien fuera su última víctima.

—Hay que matarlo. —sugerí en serio, sin un ápice de duda, apretando los puños y mirándolo a los ojos. Lo dije porque en verdad sentí esa inexplicable confianza de decirlo en voz alta.

Lucien tensó los labios, tragó saliva y pensó por un momento en qué responder. No rechazó mi comentario al instante, lo que indicó consideración. Nos miramos por un par de segundos que se sintieron eternos, hasta que por fin hizo una ligera negación de cabeza. El cuerpo le tembló con ligereza, pero sus ojos no derramaron más lágrimas.

—Yo lo que quiero es torturarlo —murmuró, con los párpados bien abiertos—. Que se arruine su vida para siempre.

En ese momento me di cuenta de que Lucien y yo éramos muy parecidos, por eso mi desagrado hacia él disminuyó considerablemente. Guardábamos una ira peligrosa, pensábamos y queríamos dañar a los demás, teníamos la fuerte necesidad de vengarnos de Daron. Sus únicas debilidades —de las que yo carecía casi por completo— eran el arrepentimiento, en especial después de explotar, y la piedad.

—Alroy, yo no quiero matar a nadie. —Vi firmeza en su rostro, por encima de los temblores de sus piernas—. Pero haré lo que sea con tal de que el Sr. Rynne deje de escribir cartas.

—¿Lo que sea? —Me incliné en su dirección, escudriñándolo. Lucien se encogió de hombros, pero aun así tuvo el atrevimiento de asentir.

 Lucien se encogió de hombros, pero aun así tuvo el atrevimiento de asentir

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El inestable mundo de Alroy [COMPLETA]Opowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz