DECLARACIÓN DE FEDERICO

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I

―Quiero que entienda usted, doctor, la necesidad de interrogar al botones, y así mismo, a Federico, la persona más apegada a Mercedes, de la que ahora, se sospecha demasiado. Me sería imposible llegarle sin tener una sola entrada por donde colarle un buen guantazo, estoy armando mi jugada paso a paso.

―Lo entiendo a la perfección, y a mis ojos, debería de interrogar a otras personas, antes que a la mayor sospechosa. No obstante, creo que se va a quedar con las ganas, porque no lo veo―movió la cabeza en todas direcciones, intentando divisar al susodicho hombre, y no pudieron encontrarlo.

Cardenal gritó:

― ¿Cómo?―y agarró carrera para buscarlo, a pesar de que sus lindos zapatos boleados se llenaran de fango y otras inmundicias que estuvieran combinadas con la tierra de aquel lugar tan transitado. Javier venía tras él, con un creciente dolor en las reumas―. Disculpen―dijo a Salvador, que estaba intentando consolar a Mercedes. Ella no podía con su dolor y se desmorecía en los brazos de Camilo. El joven, sentado en la escalinata de la pirámide, con una mano sostenía y acercaba a la mujer a su regazo, mientras que con la otra, se pasaba los dedos por la cruz de oro que colgaba en su cuello.

― ¿Qué quiere?―respondió soezmente y con un rostro tallado con las más agresivas características que un hombre podía tener.

―No se me esponje, ando buscando a Federico, ¿lo ha visto?

―Me parece que ha estado dando vueltas por toda la pirámide como quinientas veces, o quizá más, ya no sé, le perdí la pista, creo que pudo a la perfección darle tres vueltas al recinto histórico y regresar por la calzada diciendo que está listo para otra ronda. Por Dios, no lo sé―levantó los brazos, los cuales tenía atrás, y en la manga derecha, tenía unos cuantos cortes finos, siendo detectados por César en la fracción de segundo que estuvieron al descubierto.

¿Andará jugando con su navaja? ¿Qué demonios le pasa a esta gente?

―Gracias por nada, mi estimado. Por cierto, ¿él ha llorado?

―Ese es un mar hecho hombre en cuanto a llorar se refiere, de un tiempo para acá, se ha vuelto muy sentimental. Es comprensible, Matilde era su adoración―dijo entre dientes.

―Está bien, lo buscaremos, a ver si la borrasca no nos da una buena revolcada.

―Apresure sus jueguitos del policía contra ladrón, porque el tiempo se agota, y que se lo esté regalando a usted, no es más que una pérdida.

―Bájele de tamaños a su perorata de magnate, ese cuento chino ya me lo sé. Ya si quiere aprovechar lo que le resta de día, puede dar una vuelta por ahí. Ya cuando termine, podrá pelar gallo para donde guste―reafirmó la autoridad que sentía estar perdiendo y su contrincante de palabras no le contestó―. Javier, acompáñeme, a ver si encontramos a nuestra flor de alelí, que desde acá ando oliendo a algo medio feo.

Con eso, ambos hombres dieron la vuelta a la pirámide, topándose con algunos de los trabajadores y científicos, que muy a pesar del desagradable hecho que se suscitó, no dejaron de trabajar, y como la voz de las acciones del detective habían corrido como lo haría alguien que anda suelto de la panza para ir al baño, no cesaron los elogios ni las palabras de motivación, incitándolo a que consiguiera capturar al asesino. Él, sintiéndose más agrandado, hinchándose casi como un pez globo, agradeció con vehemencia y continuó su búsqueda.

Entre la maleza puntiaguda y seca y la herbajera, así como los árboles de zapote prieto que extendían su longitud casi hasta el firmamento, y que yacían solitarios y separados uno de otro, escondido, estaba Federico. Como se había dicho, estaba en un mar de lágrimas que caían fluvialmente sobre la tierra y se confundían con la chispeada del chubasco, sentado con las piernas estiradas y con un montón de cosas regadas a su alrededor, así como lo que parecía ser un cigarro en su mano izquierda, de un color blanco e indudablemente más gordo que el cigarro promedio. Un tufo que ni el olor a tierrita mojada pudo ocultar, se transportó hasta llegar a las sensitivas cavidades nasales de César. Javier, que aunque pegado al detective, no pudo detectarlo tan fácil.

MUERTE EN LAS PIRÁMIDESМесто, где живут истории. Откройте их для себя