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•En Gotham•

*Narra Talia*

–suspiré molesta para mirar a Maya. —Si queremos encontrarlo debemos aliranos, Maya dijo que la vería cerca de una fábrica pero el nunca llegó.

—Fuimos a esa dirección, su maleta estaba ahí tirada poco antes del lugar indicado. –un sujeto de orbes celestes habló mientras se cruzaba de brazos.

—Estuvimos investigando pero por más que buscamos un culpable no hay ninguno. Little D era algo desalmado con sus comentarios pero nadie lo odiaba a tal grado. –explicó el otro sujeto más alto que el anterior.

—... ¿Y si no le querían hacer daño?. –cuestioné solemne.

—¿A que se refiere?. –cuestionó Maya.

—Muchas veces las privaciones de libertad son por otros motivos, no necesariamente el odio. –se miraron entre sí unos segundos.

—¡Wilkes!. –gritaron al unísono.

—¿Y ese quién es?. –Maya interrogaba algo extrañada.

—Un amigo de Demián, últimamente no lo hemos visto pero..., una vez mencionó algo de una bofetada contra Wilkes.

—Hay que llamarlo de inmediato Tim. –el sujeto asintió.

Solo espero que te encuentres bien, hijo.

•En la Fortaleza•

*Narra Demián*

–intentaba zafar mis manos de las esposas pero era inútil, el bastardo vació la caja sobre la cama mirándome atento portando una sonrisa despreciable. —Si cooperas en esto seré gentil contigo. –el calor que se intensificaba en mi interior ni siquiera me dejaba razonar, en menos de lo que pude reaccionar el ya estaba sobre mi cuerpo besando y lamiendo mi cuello. Mordí lastimero mi labio inferior en busca de contrarrestar mis suspiros. —Déjame escucharte, Demi. –negué cerrando un poco las piernas. —No puedes hacer eso, corazón. –tomó mis rodillas para separar brusco mis piernas, sentía un bulto entre estas.

No puedo creer que mi propio cuerpo me esté traicionando.

—P_puedes parar esto. –mascullé lastimero pero el rió.

—No creo que tu cuerpo quiera eso. –acarició levemente mi ahora erecto miembro.

—Ugh... –mi espalda se arqueó y sentí un espasmo en mi miembro.

—¿Lo ves?, solo coopera y sé honesto conmigo. –hundió mis labios en un beso voraz, realmente no quería corresponder pero la calentura no me dejaba muchas opciones de resistencia.

Ingresó sus manos debajo de mi playera azabache acariciando mis pezones, quería detenerlo pero mis manos estaban neutralizadas, jugueteaba cada vez más brusco haciéndome estremecer. Se siente muy bien, nunca pensé que mi pecho sería tan sensible.

Se separó del beso con agitación para alzar mi playera en su totalidad dejándola sobre mí nuca. Lamía y mordía haciéndome deleitar mientras simulaba bruscas embestidas contra mi necesitado miembro, maldito idiota, enserio es una placentera tortura. Cuando se cansó de mis pezones descendió poco a poco humedeciendo casi todas las partes de mi región abdominal hasta llegar a mi ombligo. Me dirigió una mirada indescifrable para desabrochar mis pantalones sacándolos en su totalidad junto a mi ropa interior. Se quitó la camiseta mostrando su ejercitado abdomen para abrir el cierre de sus pantalones tras quitar el cinturón dejando expuesto su abultado miembro.

Esa cosa no va a entrar en mi.

Me removía brusco nuevamente intentando liberarme y escapar, rozó su miembro contra el mío colocándose entre mis piernas nuevamente. —Ni se te ocurra ponerte difícil, no quiero ser tan rudo. –iba a quejarme pero me volvió a silenciar metiendo su lengua en mi cavidad bucal, esto..., no se siente nada mal, pero no quiero.

Mientras mantenía mi cabeza ocupada intentando resistirme al calor del momento, rozaba de arriba a abajo su miembro contra el mío, mi interior se contraía excitado, maldita sea, necesito más velocidad. Como si hubiese leído mi mente aumentó drasticamente la velocidad de sus roces mientras el rechinar de la cama resonaba en toda la habitación. Finalmente me corrí y el se separó brusco de mis labios cortando el hilo de saliva que nos unía. —¿Quién mierda te dijo que podías correrte?. –lo visualicé extrañado mientras mi cuerpo transpiraba, mi pecho subía y bajaba con frenesí y mi miembro se ponía duro de nuevo. ¿Es por esos afrodisíacos?. —No puedes correrte sin mi consentimiento, corazón. –suspiró con el ceño fruncido para tomar una especie de tubo metálico un poco grueso con una estructura ondulada bastante extraña, se acercó hasta mi miembro tomándolo con firmeza para introducir esa cosa dentro.

—¡Agh, sacalo bastardo!. –intentaba apartarlo a toda costa pero era inútil, esos breves segundos que tardó en introducirlo por completo fueron horas de interminable dolor para mi. Cuando terminó mi miembro dolía, se siente horrible esa estúpida cosa ahí dentro. Lo fulminé furioso y el me tomó de los cabellos, visualicé sus orbes carmesí.

—Veamos cuanto tiempo tendrás esa cosa ahí dentro hasta que yo me corra, entonces te dejaré hacerlo. –le escupí con molestia mientras el volvió su ceño fruncido y tomó un nuevo artefacto. Era una de cadena con una especie de bolas rojas con un círculo metálico en una de las puntas, tomó también una especie de pomada colocando una gran cantidad en su palma derecha. Colocó una de mis piernas sobre su hombro derecho dejando la otra sobre su pierna izquierda, apenas pude reaccionar cuando introdució un dedo dentro de mí ano.

—¡Mgh!. –escondí un poco parte de mi rostro contra la almohada aguantando el dolor de mi pene y cavidad anal ahora. ¡¿Es que está demente?!. Con la mano que tenía libre se acercó hasta la mesa de al lado tomando una fresa con chocolate negro metiendola con brusquedad en mi boca y cubrió esta poco después. Entendí el mensaje y mastiqué con arduo trabajo para ingerirla, sus movimientos circulares cesaron levemente cuando sentí una nueva intervención dentro simulando tijeras esta vez. Mierda, el miembro duele más que ahí atrás.

Tomó un poco del chocolate negro untandolo sobre mis pezones para volver a torturarlos después de unos minutos de haberlos dejado en paz, este tipo no tiene límites, claro, ¡como el no tiene dos dedos en el ano!.

Poco después ingresó tres dedos dentro simulando embestidas, para este punto comenzó a masturbarse. —Ahora las voy a meter.

Esa advertencia me dejó en blanco, ¿qué mierda va a- —¡Aaah!. –grité cuando sentí esas bolas ingresar en mi ano una seguida de otra. —Ugh... –cuando dejó de meterlas bajó mi pierna de su hombro colocándose arriba de mi abdomen acercando su miembro a mi cara.

Mierda.







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Continuará...

"Tu libertad es mía"Where stories live. Discover now