...27...

762 45 5
                                    

|Al día siguiente|


*Narra Demián*

—me removí brusco en mi lugar mientras mi sueño se veía interrumpido por un par de quejidos casi inaudibles, entre abrí mis párpados para intentar buscar al responsable con la vista nublada. —¿Todd?. —abrí cuál platos ambos ojos cuando su mano se extendía desesperada buscando mi ayuda; Samuel lo estaba asfixiando frente a mí cuerpo perplejo, preso del miedo.

—Samuel, no te atrevas —sollocé, intentando ponerme de pie, mí cuerpo se sentía pesado, la taquicardia era intensa conforme pasaban los segundos y el dolor de cabeza se volvía insoportable. —, déjalo vivir.

—sonrió para ejercer más presión en su cuello. —¿Dejarlo vivir?, ¿sabes cuánto daño te provocó su partida cuándo tocaste fondo?. —sus orbes me gritaban que lo ayudara y entré en pánico.

—¡Es suficiente!. —intenté apartar sus manos de su cuello, importandome una mierda si mí cuerpo desnudo estaba débil, aferrandome a la poca probabilidad de sacarlo vivo del palacio.

Maldición, quiero, necesito que respire aún si es lejos de mí.

—mis pupilas se dilataron cuando su cuerpo perdió todo signo de movilidad. —No —parlé atónito cuando Samuel lo arrojó al suelo como si no valiera nada. —. Dijiste que no te irías, ¡dijiste que no te irías!. —exclamé, abrazando su cuerpo gélido, ausente de la calidez que una vez apartó, y, haciéndome consciente de que esta vez no regresará.

—Alejate de el —negué con levedad, sintiéndome asfixiado. —, ¡no te pregunté!. —me apartó, tomándome del ante brazo para sacarme de la habitación tras arrojarme una sábana para cubrir mí cuerpo.

—¡Suéltame, necesito llevarlo al pozo!. —aumentó la fuerza en su agarre, importandole poco mis lágrimas. Resbalé con la sábana cayendo al suelo estrepitosamente. —Dejame tranquilo. —farfullé para aferrarme a la cobija.

—¿Dejarte?, soy el único que se quedó a tu lado cuando nadie más lo hizo. —se arrodilló frente a mí, tomando mis mejillas con dulzura para encarar mis orbes cristalinos. —Soy tu única opción ahora. —lloré dejando salir múltiples quejidos, ahora que dió conmigo seguramente me mantendrá amenazado con la vida de las pocas personas que me quedan.

Cubrí mis ojos, visualizando la oscuridad que me carcomía mientras mis pensamientos repetían una infinidad de veces que Jason ya no estaría para protegerme.

—Quiero que sepas que he sido muy considerado contigo porque solo me he deshecho de ese imbécil —acarició mis cabellos, revolviendo estos en el transcurso. —, pero si intentas algo estúpido tendrán el mismo destino que él.

[...]

—miré mi reflejo en el espejo que permanecía frente a mí, apartando la vista casi de inmediato sintiendo asco de mí mismo. Si tan solo mí cuerpo hubiese reaccionado mejor en ese momento, Jason estaría vivo. —Veo que no quieres verte —devolví la mirada al espejo, visualizandolo en la habitación. —, tengo algo para ti que seguro mueres por ver. —tomó mi mano para guiarme por los inmensos pasillos del palacio hasta la puerta principal que conducía al jardín en el que tuve una de las últimas conversaciones con mi amado, siendo custodiada por los soldados que antes eran leales a mí mandato. —Sorpresa, cariño. —mis piernas flaquearon, todo el peso de mí cuerpo estuvo en mi contra cuando perdí el equilibrio, gateando con desespero para alcanzar aquella lápida que contenía la frase: "no volveré" en ella. —¿Crees que te permitiré tocar esa cosa tan fácil?. —tomó mis cabellos, llevándome hacia atrás con la intención de alejarme cuánto antes de lo único que me quedaba de el.

"Tu libertad es mía"Where stories live. Discover now