Ángel [Gilbert Blythe]

Capítulo 3 II

- ¿Seguro que no quieres ir a ver a Cole?

Pregunta seguramente por décima vez la pelirroja mirando a su hermano menor Jack, que no parecía dispuesto a dar su mano a torcer. Cole les había invitado a ir a visitarles hoy, aprovechando que Anne también iba a ir debido a que estaba investigando sobre sus antepasados.

- Ya te he dicho que no Gabriella. No estoy de humor.

Jack llevaba ya unos días discutiendo con su madre, y lo que menos le apetecía era moverse lejos. Lo único que quería era estar con Minnie May, siendo sinceros.

- Está bien... pero algún día deberías ir a ver a Cole.

- ¿Para que? Si el nos ha dejado aquí tirados con mamá y sus estúpidos novios. Yo no le debo nada.

Sentencia el menor levantándose del sofá dispuesto a irse. Gabriella le observa marcharse por la puerta. Su hermano pequeño había cambiado mucho en esos dos últimos años. Había madurado, pero también se había vuelto menos dulce y más arisco e cruel. Jack decía que era porque ahora es realista, pero la pelirroja pensaba que más bien era pesimista.
Suelta un suspiro, pero recoge su bolsa con un par de cosas necesarias para sobrevivir aquel día y camina hacia la estación, que por suerte no estaba muy lejos de su casa. Por el camino, saluda a los padres de los Andrews que ya la conocían por ser la mejor amiga de Jane. Parecía que se iban de picnic con la familia de Josie Pye, o eso le dijo la rubia el día anterior en clase.

Al llegar a la estación, busca a Anne con la mirada, pero solo pudo observar apenas cinco segundos, ya que dos manos suaves y varoniles le estaban tapando los ojos. No se asustó, porque por el olor a canela y madera que siempre llevaba encima el chico, le había identificado enseguida.

- ¿Es que pretendes secuestrarme Blythe?

Pregunta con cierto toque de diversión en su voz, escuchando una risita por parte del mencionado.

- Quizás. Pero no sería un secuestro porque tú estarías encantada en estar encerrada en mi casa conmigo. En mi cuarto...

Deja caer el moreno destapándole los ojos a la chica para poder acariciarle con un dedito el cuello. La pelirroja siente que le atravesaban descargas de energía y no puede evitar que un escalofrío le pase por todo el cuerpo.

- Te has despertado muy gracioso hoy, Gilbert.

Le aparta la mano rápidamente antes de que se pudiera poner roja como un tomate, girándose para mirar a esos ojos avellana que tanto le hacían delirar a la muchacha.

- Lo se, ¿has visto a Anne? Marilla me pidió que la acompañara. No pongas los ojos en blanco ángel - le pide al ver la cara de fastidio de la chica - Sé que es injusto que las mujeres no podáis viajar solas sin un hombre presente, pero es lo que hay de momento.

- Lo que hay. Que fácil es decir eso siendo un hombre blanco, ¿verdad?

- Pero estoy seguro que tú vas a cambiar eso, ¿a que si? Mi ángel caído del cielo...

El moreno empezó a pellizcarle las mejillas a la chica para molestarla y que no se enfadara con el, mientras que la pelirroja le pedía que parara con risas de por medio.

- ¡Gilbert, Gabriella! - escuchan a alguien llamarles, reconociendo la voz de Anne ambos - Ya podemos irnos. ¿Ves Marilla? ¡Te dije que llegaríamos a tiempo!

- ¡Que si, que si! Subid ya al tren antes de que me arrepienta de haberte dejado ir.

Las dos pelirrojas subieron al tren junto a Gilbert, despidiéndose de Marilla que le suplicaba al chico que por favor cuidara de ambas.
Los tres adolescentes se sentaron juntos, hasta que Anne en un momento dado del viaje se durmió profundamente, ya que de la emoción aquella noche no había dormido mucho.