Capítulo 1 II

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Gabriella Mackenzie estaba poniendo su ropa en su armario en orden ya que acababan de llegar del viaje que habían hecho en diferentes ciudades del mundo con su hermano menor Jack. Les había ido bien a ambos despejarse. Pero ahora ya habían llegado, y los dos tenían ganas de ir a ver sus amigos. Así que, Jack Mackenzie solo puso su maleta encima de la cama y rápido bajó las escaleras para ir hacia la salida de su casa. Al tocar el pomo, su madre le gritó:
- ¡¿A donde vas?!
- No te importa.
Le contestó simplemente abriendo la puerta para irse ya.
- No llegues más tarde de las 8.
- Tampoco cuentes con ello.
El preadolescente dio un portazo antes de irse. No aguantaba a su madre, simplemente no podía. ¿Y para que iba a hacerlo? Era ella la que había traído a muchos hombres malos en su casa desde que murió su padre sin importarle lo que pensaban sus hijos. Y era ella la quería sacrificarle o abandonarle cuando nació al ser sordo. ¿Y ahora pretendía ser buena madre cuando ya escuchaba? Ni de broma, el no lo iba a permitir.
Así que Jack y su madre nunca se hablaban, y si lo hacían solo era para discutir. El chico puso sus manos en los bolsillos del pantalón para calentárselas, se había olvidado de los guantes. Se amarró bien la chaqueta y caminó hacia la casa de su mejor amiga. A la persona que más había echado de menos en esos dos meses que estuvo de viaje.
Ya sabía el camino de memoria, los dos habían ido a casa del otro muchas veces. Siguió caminando, ya le faltaba poco para llegar.
Minnie May Barry se encontraba haciendo clases de violín en el salón de su casa por obligación de su madre. La mayor de los Barry intentaba que la rubia se concentrara pero era como pedirle a un gato que dejara de tenerle miedo al agua, o como pedirle a Rachel Lynde que dejara de cotillear sobre la vida de los demás. Prácticamente imposible. La ojiazul suspiró aburrida y miró por la ventana, para ver si había algo más interesante que esas lecciones de violín. Una gran sonrisa se plasmó en su cara al ver quien estaba apoyado en el árbol de enfrente de su casa, correspondiéndole la sonrisa. Rápidamente dejó su violín encima del sofá y fue casi que corriendo hacia la salida.
- ¡Minnie May Barry! ¿Donde se supone que vas jovencita?
- ¡Lo siento mamá! -respondió- ¡Jack acaba de llegar! ¡Está fuera esperándome!
Sin aportar nada más, corriendo como si le fuera la vida en ello, la rubia salió de su casa y abrazó a su mejor amigo con todas sus fuerzas.
- Te he echado mucho mucho mucho de menos.
Le repetía la preadolescente al moreno con entusiasmo de verle por fin.
- Y yo a ti preciosa, y yo a ti.
Barry empezó a darle besos por ambas mejillas sin parar, mientras que Jack soltaba alguna que otra risita. Ya estaba acostumbrado, la ojiazul era muy cariñosa.
- ¿Vas a permitir ese comportamiento de nuestra hija con ese campesino?
Preguntó William Barry mirando a su hija menor con Mackenzie desde la ventana junto a su mujer.
- Son solo niños Will. -le contestó Eliza Barry- Cuando Minnie May se vaya a Paris se olvidara de el. Déjales de momento, no hay nada como el primer amor.

Gabriella había cogido al caballo de su familia para ir hacia la pista de hielo donde todos sus compañeros jugaban a hockey. Lo sabía porque había ido a ver a Jane para verla la primera en su casa y la madre de esta se lo había dicho. Mientras trotaba se mordía las uñas nerviosa a veces. Solo habían sido dos meses, pero les había echado de menos a muchos de ellos. Al verles de lejos se bajó del caballo y lo dejó ligado a un árbol, al caminar hacia las chicas antes de llegar silbó fuerte para que notaran su presencia. Todas se giraron a la vez y la vieron.
- ¡Gabriella!
Gritaron Jane y Josie Pye a la vez corriendo hacia ella para abrazarla. Hacia unos meses que la rubia y la pelirroja se llevaban bastante bien al hacer las paces. En realidad, Josie Pye sólo era una niña presionada por sus padres para ser perfecta y casarse, no era culpa suya. Diana, Tillie y Anne fueron detrás de ellas y abrazaron a la chica pocos segundos después.
- ¡Te hemos extrañado mucho calabaza!
Gritó con entusiasmo Andrews a su mejor amiga.
- ¿Como te ha ido? -le preguntó Josie cogiéndola del brazo caminando hacia donde estaban antes mirando a los chicos jugar- Nos lo tienes que contar todo.
- ¡Gabriella!
Gritaron algunos de los chicos entre ellos Moody Spurgeon que también se había hecho bastante amigo de la pecosa. Un corro de gente se acercó a ella saludándola mientras que Anne iba a hablar con los indios para pedirles ir a hacer una entrevista. Moody abrazó a su amiga no sin antes casi tropezarse con los patines de hielo.
- Siempre tan torpe Moods.
Rió ella. Buscó a alguien con la mirada, preguntándose si también estaba ahí. A los dos segundos se encontró con la mirada de Gilbert Blythe que le sonrió mientras jugaba con Billy al hockey. Gabriella también le sonrió disimuladamente, aunque se moría de ganas de saludarle. Porque, aunque no quisiera admitirlo, tal vez había sido de las personas a las que más había extrañado.
Los chicos volvieron a jugar a hockey después de hacerle miles de preguntas de su viaje. Las chicas volvieron a quedarse a solas para hablar.
- ¿Y que? ¿Has conocido a algún francés? ¿O a algún neoyorquino?
Le preguntó Josie.
- ¿Yo? Que va.
- Pues por suerte, porque uno de los chicos especialmente te a echado de menos.
Jane hizo una sonrisa cómplice con la rubia.
- ¿Quien?
Preguntó Gabriella haciéndose la tonta, sabiendo casi segura a quien se referían.
- Nos preguntaba sobre lo que nos ponías en las cartas y eso...
Siguió con el juego Josie.
- ¿Pero quien era?
Sus amigas iban a responderle pero alguien le agarró del brazo tirándole fuerte hacia el antes de que pudieran decirle quien fue.
- Yo.
En vez de eso, le respondió Gilbert Blythe mientras seguía patinando de espaldas cogiéndole de los dos brazos a la pelirroja para que no se cayera.
- ¡Gilbert! ¡Idiota! ¡Me voy a caer de culo!
- Yo también te he echado de menos ángel.
- ¡Suéltame!
- No.
El moreno se rió pero se le acabó la risa cuando ambos adolescentes se cayeron en la nieve, Gabriella encima de Gilbert.
- Te lo dije.
Le dijo con obviedad Mackenzie. Blythe no contestó, solo se quedo mirándola sonriendo, provocando que la chica bajara la mirada tímida. Le puso un mechón de pelo detrás de la oreja.
- ¿Que tal te fue?
- Bien, muy bien. Ver mundo es como una gran terapia mental.
- Ya te lo dije.
- Si, lo hiciste. -el muchacho empezó a jugar con su dedo índice con el mechón de pelo de la pelirroja- ¿Gilbert?
- ¿Si?
- Yo también te he echado de menos.
Los adolescentes se sonrieron, esta vez si mirándose a los ojos.
- ¡Eh tortolitos! -les gritó uno de sus compañeros de clase- ¡Gilbert tienes que venir que nos están machacando!
El mencionado puso los ojos en blanco, y la chica se obligó así misma levantarse. Se sacudió el vestido para quitarse la nieve. El chico se levantó y cogió su palo de hockey de nuevo.
- ¿Nos vemos luego?
Le preguntó antes de volver al juego a Gabriella.
- Nos vemos luego.



¡y aquí tenéis el primer capítulo! os aviso que en esta temporada habrá mucho angst entre Gilbert y Gabriella asi que preparaos los pañuelos ahre. voten y comenten que les pareció!!

Ángel [Gilbert Blythe]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora