Capítulo 15

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Habían pasado un par de días desde que Jack ya podía escuchar. Le era difícil hablar, ya que había pasado casi toda su vida sin hacerlo. Practicaba durante unas horas al día con su hermana mayor, aunque por suerte ya sabía hacerlo un poco. Ahora mismo el pequeño de los Mackenzie estaba en salón de la tía Josephine tocando algunas teclas al azar del viejo piano que poseía la anciana. Aún no se podía creer que podía escuchar tan bien la música, las voces, los ruidos de la calle, la puerta abriéndose y cerrándose, el timbre...
Seguían en casa de la mayor de los Barry porque el médico le había recomendado dos días de reposo para ver si todo seguía bien. Afortunadamente, todo iba bien y hoy mismo volvía a casa en el tren de la tarde.
El chico estaba tan inmerso en tocar el piano, que no se dio cuenta que alguien venía corriendo hacia el y a los pocos segundos tenía a una Minnie May Barry entre sus brazos abrazándole fuertemente.
- Dios mío, estas bien, estas bien, estas bien, estas bien...
Repetía la rubia una y otra vez aliviada.
- Estoy bien...
Susurró Jack sonriéndole cuando se separaron.
- ¿Que tal lo llevas? -preguntó con cautela la ojiazul- ¿Te sientes raro?
El moreno asintió.
- Pero estoy bien.
Repitió para no preocupar a su amiga. La niña sonrió y se sentó al lado suyo enfrente del instrumento.
- ¿Que... haces aquí?
Preguntó el chico.
- Mi familia viene a visitar a mi tía. ¿Que tocabas?
- Nada.
- ¿Solo tocabas teclas al azar?
Volvió a asentir con la cabeza, agradeciendo que Minnie May lo entendiera a la perfección. Ambos jóvenes se sonrieron y conversaron un rato más sobre temas triviales, y aunque Jack no podía hablar con fluidez no hacía falta. Los dos se comprendían perfectamente desde que se conocieron.
- Oye... vi que acompañaste a Elisabeth el otro día a casa.
La rubia mencionó el nombre de la compañera de su clase porque precisamente, esa niña era la que quería besarse con Jack. Y a Minnie May le entraba curiosidad por saber si había cumplido su objetivo. Tocó unas cuantas teclas del piano, para intentar disimular que no le daba importancia.
- Si.
- ¿Y que tal fue?
- Bien.
- ¿Sabes que ella quiere besarte?
Preguntó directamente para ir al grano.
- ¿Que?
- ¡Si! Espera, ¡¿lo hizo?!
- ¿Que? ¡No!
- Ah. -no sabe porque, pero sintió alivio. Volvió a tocar el piano, tocando una canción sencilla que le enseñó su hermana mayor Diana.- ¿A ti no te gustaría que tu primer beso fuera con alguien a quien conozcas más? ¿O que al menos te importe?
Jack miró con curiosidad a su amiga, no sabía a donde quería llegar.
- Si.
La menor dejó de hacer lo que estaba haciendo y también miró al niño.
- ¿Con quien te lo darías? Porque yo quiero que sea con alguien especial, y tu eres especial para mi... ¡No quiero decir que nos besemos ni nada de eso! Pero lo que quiero decir es que...
No acabó la frase, porque Jack Mackenzie la estaba besando. Un momento... ¡Jack Mackenzie la estaba besando! Solo fueron unos 4 segundos máximo. Un choque de labios, pero había sido un beso quieran o no. Ambos niños se separaron, sonriéndose tímidos, con las mejillas totalmente rojas.
- ¿A que a venido eso?
Preguntó la ojiazul.
- Dijiste que tenía que ser con alguien especial. Y tú también eres especial para mi Minnie May.
La mencionada iba a contestarle, pero justo entró Gabriella Mackenzie en escena.
- ¡Jack venga! ¡Tenemos que irnos! Así me dará tiempo de hacerte una tarta de cumpleaños.
- ¿Es tu cumpleaños?
Preguntó sorprendida la rubia mientras veía al moreno levantándose y sonriéndole, le hizo un gesto afirmativo a su mejor amiga para luego irse junto a su hermana mayor segundos después. Minnie May no paró de sonreír el resto del día.

Ya en la estación, los tres hermanos Mackenzie esperaban el tren de vuelta. Cuando llegó el transporte, Jack fue el primero en subirse, y luego fue Gabriella. Se giró para ver si Cole venía detrás suyo, pero vio que no se movía de donde estaba. Sin saber que pasaba bajó del tren y se puso enfrente de su mellizo.
- ¿Que pasa?
- Yo no me voy Gabriella.
- ¿Que?
La chica no entendía absolutamente nada.
- Que me quedo. Josephine me a ofrecido quedarme aquí con ella... Aquí podría ser libre Gabriella de ser lo que quiera y hacer lo que quiera. Por favor tienes que entenderlo y apoyarme. Necesito tu apoyo.
La pelirroja no se podía creer lo que estaba pasando. Asimiló la noticia de golpe cuando escuchó el silbato del tren avisando que se iba en breves. Gabriella abrazó a Cole.
- Cuídate mucho hermano.
- Igualmente Gabri...
- ¡Pasajeros al tren! ¡Último aviso!
Los hermanos se separaron de su abrazo y se miraron.
- Anda, ves.
Gabriella sonrió mientras sentía lágrimas caer de sus ojos. Subió al tren, sentándose al lado de Jack.
- ¿Que pasa? -preguntó el menor- ¿Y Cole? ¿Que hace?
El tren empezó a moverse, y la chica miró por la ventana sonriendo.
- Cumplir sus sueños, eso hace.

Pasó una semana, y todos estaban reunidos en la iglesia por el casamiento de Bash y Mary. Gabriella estaba al lado de su novio, escuchando atentamente al sacerdote. Ahora le tocaba hablar a los novios para dar sus votos.
- Yo, Sebastian, te tomo a ti Mary, como legítima esposa, y me entrego a ti de hoy en adelante, en lo bueno y en lo malo, en la riqueza y en la pobreza, en la salud y en la enfermedad, para amarte y respetarte, hasta que la muerte nos separe.
La pelirroja dio un suspiro, mirando de reojo a Charlie. Ahora que veía el amor tan sincero y verdadero que tenían Mary y Bash no sabía si ella lo tenía. ¿De verdad algún día sentirá todo ese amor que siente esa pareja con Charlie? ¿De verdad?
- Y tu, Mary, -habló otra vez el sacerdote- ¿aceptas a este hombre como legítimo esposo y te entregas de hoy en adelante, en lo bueno y en lo malo, en la riqueza y en la pobreza, en la salud y en la enfermedad, para amarlo y respetarle, ¿hasta que la muerte os separe?
No. Pensó Gabriella removiéndose incómoda en su asiento.
- Si, quiero.
Respondió Mary con una sonrisa llena de amor que le dirigía a su, ahora si, esposo.
- Yo os declaro, Sebastian y Mary, marido y mujer.
Todo el mundo empezó a aplaudir mientras que los recién casados se daban un beso. Mackenzie ya no podía más, esto tenía que acabar ya. Agarró del brazo a Sloane.
- Charlie es mejor que hablemos fuera.
El mencionado la miró frunciendo el ceño interrogativo, pero asintió y ambos adolescentes salieron fuera de la iglesia. Se alejaron un poco para tener más privacidad.
- ¿Que pasa Gabriella?
Preguntó preocupado Charlie.
Ya está, suéltalo Gabriella. Tu puedes.
- Esto no funciona.
La verdad era, que Gabriella Mackenzie no se andaba con escrúpulos.
- ¿Como que no funciona?
- Venga ya Charlie, tu sabes tan bien como yo que esto nunca va a funcionar. Tú y yo... simplemente no. Como amigos si, pero como novios no.
- Pero... yo te quiero.
- Y yo... -le miró apenada- pero no de esa forma.
El muchacho miró al suelo haciendo una mueca.
- ¿Es por Gilbert?
- No, no es por el. Es por nuestro bien. Ambos no sentimos lo que deberíamos sentir por esta relación. A la larga sabras que tengo razón...
Charlie bufó, pero asintió al final. Sin decir nada más, Sloane se puso las manos en los bolsillos del pantalón y se fue. Gabriella se quedó ahí parada unos instantes más. ¿Debería estar triste por lo que acababa de pasar? Suspirando, volvió a la iglesia para ir a buscar a su hermano menor. No le tardó en localizar y le agarró de la mano para irse ya, pero entonces, vio a Gilbert Blythe salir de la iglesia.
- Espérame aquí Jack, ¿vale?
El mencionado asintió, viendo como su hermana iba junto a Blythe. Gilbert sonrió al verle acercarse.
- Hola ángel. ¿A sido una ceremonia preciosa verdad?
- Si, preciosa. -la pecosa sonrió, aunque la sonrisa no le duró mucho. Miró directamente a los ojos del muchacho- Me alegro mucho que en unos meses te vayas a la universidad y que...
Blythe la interrumpió:
- No voy a irme a la universidad este año.
- ¿Que?
Gilbert sonrió ante la incredulidad de la chica.
- Me quedaré a trabajar con Bash la granja tal y como lo planeamos. La universidad puede esperar.
- Así que... ¿no te vas? ¿Te quedas?
- Me quedo. Con mi familia. -miró a Bash y Mary. Volvió su mirada hacia la pelirroja- Contigo.
Esta vez fue el turno de sonreír para la pecosa, que arrugó la nariz y miró al suelo avergonzada.
- Se que Charlie es tu novio y que te incomoda esto pero...
- Charlie ya no es mi novio.
Interrumpió ahora Mackenzie.
- ¿Que? ¿Que ha pasado?
- Simplemente no funcionaba.
El silencio se apoderó de la escena. Fue el mismo Gilbert Blythe quien lo rompió:
- Así que... yo me quedo un año más aquí, y tú vuelves a no tener novio.
- Eso parece.
No dejaban de mirarse a los ojos, sabiendo que no tenían que ponerle un punto y final a esto. Y que entre ellos dos, aún quedaba mucho recorrido.




FIN. ¿queréis segunda temporada? ¿que pensáis? se que muchos querían que se besaran, pero es que así la segunda temporada estará MUCHO más interesante. ¡voten y comenten!

Ángel [Gilbert Blythe]Where stories live. Discover now