Maggie miró por la ventana como su hijo se escapaba durante la noche. Bajo la mirada, decepcionada. No podía creer que Matt le estuviera mintiendo.
A la mañana siguiente, lo confronto.
--¿A que hora llegaste?
Matt quedo callado ante su pregunta. --¿De que hablas, mamá? Estuve aquí todo el tiempo...
--Sabes que no puedes mentirme, Matthew. ¿Recuerdas que Dios te juzga cuando mientes?
Maggie miró los hombros tensos de su hijo de 17 años. Su cabeza baja y manos temblorosas.
--¿Porque lo haces? ¿Porque te enredas con ese criminal?
--Frank no es un criminal, mamá. Me prometió que cambiaría.-Murmuro temeroso de su respuesta.
--Te mientes a ti mismo. Sabes que él nunca va a cambiar. Es peligroso. Golpea a las personas.
--Solo a los ladrones. Es justiciero. La policía no hace nada, así que él lo hace.
--No trates de justificarlo.-Maggie siguió a sus espaldas esperando que tan siquiera estuviera de frente a ella. --Te prohibi muchas veces que no volvieras con él. No me dejas elección, pediré tu traslado a otra iglesia.
Matt ahora de puso de pie, y aunque trato pero le fue imposible, la miró de frente. --No. No me iré de aquí.
--No te pregunte, Matthew. Eres mi hijo y mi responsabilidad. Tu te estas yendo al lado equivocado, te estas yendo al lado de lo prohibido y dejándote llevar por la lujuria.
--¡No es lujuria, madre! ¡Estoy enamorado de él!.-Grito agobiado.
--¡Peor aún! ¡Tu no puedes relacionarte con nadie! ¡No volveras a estar cerca de él!.-Maggie se retiro de la habitación y fue a hablar con el Padre.
Matt volvió a sentarse. Se iría lejos de ahí y no podía volver a estar con Frank.
Tal vez debería volver a escaparse y no volver jamás con su madre.
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