Frank miró angustiado como Matt respiraba con dificultad, creando un hilo de sonido agudo.
Habían tratado de asaltarlo. Que cobardes aprovecharse de una persona ciega.
Habia notado que su reloj había desaparecido, penso que posiblemente lo estén vendiendo o lo hayan dejado en una casa de empeño.
No dudo en salir corriendo. Estaría bien con la enfermera Claire.
Busco alguna casa de empeño y como lo tenia previsto, ahí en la vitrina estaba el reloj de Matt.
Se acercó al vendedor, quien por cierto tenia cara de ser un tipo de la mierda y preguntó con voz calmada.
--¿Quien te dejo este reloj?
--¿Que?
--No volveré a repetirlo.
--¿A quien le importa? Si no vas a comprar, lárgate.-Dijo aún sentado sobre su silla y regreso a ver su revista.
Frank de inmediato brinco sobre el mostrador y lo tomó de las solapas de su suéter. --Me vas a decir quien te dejo ese reloj.
--¡Okey, okey! ¡Te lo diré!.-Sollozo asustado. --Fue un vagabundo... venía acompañado de varios tipos rudos así como tu. Les di dinero y me lo dejaron... me dijeron que se lo habían quitado a un ciego y por eso el reloj era diferente a los demás.-El sujeto tartamudeo cubriendo su rostro.
--Okey.-Lo soltó y el tipo cayó sobre su silla. --¿Donde puedo encontrarlo?
--Solo se donde esta el vagabundo. A veces duerme en aquel callejón o en las bancas de aquel parque.
Frank acomodo su chaqueta. --Dame el reloj.
El tipo, sin objetar, le entregó dicho objeto.
*
Regreso en la noche y miró a Matt dormido. Sus golpes ya no sangraban, ahora se convertirían en moretones y serian un recordatorio constante de la noche que descuido a Matt y casi muere.
Frank tenia un corte en su brazo pero nada grave en realidad. Los tipos de antes no podrían levantarse en un buen rato.
Se apresuró a ir con Matt y recostarse a su lado para dormir.
Al día siguiente despertó adolorido pero se levantó para preparar el desayuno. Lo que le sorprendió fue ver a Matt de pie con su reloj en mano.
--Matt.
--Frank, me explicas como llego mi reloj aquí?
--Yo... fui a recuperarlo.-Camino a él y lo sostuvo, pues le costaba estar de pie.
--¿Frank, que hiciste?
--Nada grave.
--¿En serio?
Frank asintió en bajo. Nuevamente le había mentido a Matt.
--No quiero que te metas en problemas.-Dice Murdock.
--No, lo prometo.
El pelinegro ya llevaba una infinita de promesas rotas acerca de su vida como delincuente.
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