--Bendigame, padre, porque he pecado.
El padre escucho la reconocida voz de Matthew.
--¿Porque no puedo alejar este pensamiento de mi cabeza? Trato y trato d evitar la lujuria pero... Cada día escucho su voz y me es... inevitable. Siento sus ojos en mi y se que la atracción es mutua y deseo tanto estar con él que no me importa nada más.
--Hijo, Dios te dará la fuerza para alejarte de ese oscuro deseo.
--Cada noche le ruego que me ayude, pero esto me está consumiendo.
*
Matt se aferro a los hombros ajenos, sus piernas temblaban a los costados de Frank mientras él besaba su cuello como un hambriento.
Sentía su barba contra la suya, chocando y frotándose. El frio anillo de Frank le estremecía con cada toque en sus caderas.
--Matt...-Frank gimió contra su oído. Él, sumido en el placer, en uno tan distinto como el que le hubiera podido dar su esposa.
Ambos hombres maduros, experimentados pero completamente nuevos en aquellas sensaciones. Algo tan prohibido, tanto como para Matt como para Frank.
Frank no era religioso pero había jurado ante Dios que sería fiel a su esposa hasta la muerte. Matt sabía que estar con una persona de su mismo sexo era muy mal visto por la Iglesia.
Pero en realidad, no es un pecado. Lo que realmente estaba mal era desear a la pareja del prójimo pero... mierda.
Olía su colonia fuerte, mezclada con cuero y goma de mascar; a Frank nunca le gustó fumar. Era más bien adicto al café.
Diariamente lo veía salir de su departamento y despedirse de su esposa Maria. Matt se sentía tan culpable de lo que estaba sintiendo.
Todo eso se fue a la basura cuando Frank dio una estocada que le hizo alejarse de sus pensamientos, aferrarse a él contra la pared y decir su nombre.
Sabía que estaba mal pero en esos momentos preferiría arder en el infierno con Frank.
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