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 Crueldad

KADEN

 Oírla cantar era agradable, su voz era bonita, me producía una sensación de tranquilidad que me gustaba, pero algo no estaba bien, su voz, su rostro, algo estaba pasando con ella y nadie estaba dándose cuenta. La observé mejor, con suma atención y entonces lo noté, estaba llorando, estaba llorando frente a todos. 

—Amigo... creo que algo no esta bien...—Mateo hablo por fin, pero yo solo pensaba en una cosa, debía sacarla de allí.

—Haz algo, haz que dejen de mirarla, voy a sacarla del escenario—dije sin ponerme a pensar en si me escuchó, me levanté de mi silla y me dirigí a la tarima. Entonces escuché el ruido de las botellas caer y entendí que esa era la distracción que Mateo había creado para mi. Subí al escenario y la tomé del hombro, ella lloraba, tenia la mirada perdida en el publico, como si estuviera viendo a alguien inexistente. Finalmente logré que reaccionara y me siguiera hasta mi habitación, la cual estaba en el lugar más tranquilo del refugio, por lo que podría estar sola, llorar, gritar, lo que desee y nadie la juzgaría por hacerlo. No quería que nadie pasara por eso, que estuviera frente a tantas personas, no se siente bien, no es agradable que la gente vea tu vulnerabilidad, tus problemas y tu destrucción, eso es para dejarlo dentro de cuarto. 

 Una vez que la deje, decidí irme, no tengo nada que hacer allí, no me importa así que no podría ayudarla, solo la haría sentir mal con mis comentarios agresivos, tal como suele decir Rash que hago. 

—La ayudaste, eso fue muy dulce de tu parte—dice Rasha, que se acabó de acomodar a mi lado para beber una botella de agua.

—Estaba cansado de verla llorar como una niña abandonada, solo la alejé de mi vista...

—Dios... como puedes ser tan frio...

—Solo digo la verdad, Rash, sabes como soy...

—No, eres cruel, eres malvado, ¡y ya no quiero estar cerca de ti!—ella se dio la vuelta lista para marcharse pero mi boca contraatacó con otro comentario mordaz.

—No te necesito, ni a ellos.

—Ya lo veremos, si sigues siendo como eres y no dejas que nadie te ayude, te quedaras solo, sabes de sobra que Mateo algún día no estará, ¿Quién va a quedarse contigo cuando todo se acabe?

¿Quién se creía que era?, decirlo así como si nada, como si mateo no fuera su amigo. Ya lo sabia, sabia que algún día me dejaría, sabia que ese día estaba cerca, sabia que no podía impedirlo, pero decirlo como si no valiera nada es una estupidez, ella es una estúpida.

 —¡Púdrete!—ella soltó una carcajada sin gracia y se marchó, pero no sin antes decir la última frase.

 —estas verdaderamente roto Kaden.

FRAN

Había estado encerrada durante al menos unas dos horas, así que decidí que era hora de salir, de volver al techo quizá o a casa, no lo había meditado bien, pero los pensamientos no me dejaban en paz. Tenía una voz en mi cabeza que me decía constantemente lo mal que hacia cada cosa, lo estúpida que era por pensar que podría mejorar y lo fácil que sería acabar con todo si tan solo daba un salto.

Me levanté de la cama en la que me había acostado e inspeccioné la habitación, tenía discos en las paredes, pósters, una guitarra colgada, ropa tirada en el piso, skates en pequeñas repisas y hasta un saco de boxeo.

Me sorprendió que no tenga ni una sola foto de su familia, nadie, no había rastro de ningún ser humano que haya convivido con él. Supuse que Rasha tenía razón, era un tipo complicado.

Finalmente decidí salir e irme del lugar, con suerte estaría de día o amaneciendo.
Salí de la habitación y caminé por dónde supuse era la salida, hasta llegar al escenario donde había ocurrido el caos, pensé que todos se burlarían, pensé que me mirarían como si fuera un fenómeno, pero eso no pasó, nadie me miraba, todos continuaban sus actividades como si nada, nadie se burló, nadie me juzgó, Mateo tenía razón.

Eso me hizo sonreír inconscientemente.

—¡Hey!, ¡Pequeña escapista!—el chico de cabello rojo se acercó a saludarme, llevaba en sus manos nada más y nada menos que un porro.—¿Ya te vas?

—Si, debo volver a mi casa...

—Entiendo, bueno, si de casualidad ves a Kaden dile que tiene que ir a recoger a Sofi, que yo no puedo.

—¿No está aquí?

—No, tuvo una pelea con Rash y se largó, debe estar drogándose o golpeando a alguien—le dió una calada al porro—Probablemente la segunda.

—Bien... Yo... Debo irme ahora.

—Si, claro, espero volvamos a vernos, ¡me agradas!—Declaró él y finalmente me marché, dudando plenamente si alguna vez regresaría a ese lugar.

El show de los fenómenosWhere stories live. Discover now