5

14 2 0
                                    

Pandillas


FRAN

Me encontraba regresando a mi casa, me perdí al volver durante un rato, pero finalmente encontré el camino, aún no amanecía, faltaban dos horas para que mis padres de fueran. Pasé por la calle de la escuela, a la que deje de ir por temor a que las personas se burlaran o que me preguntaran acerca de Lans.

Me encontraba parada bajo la escuela, mirando hacia el techo, de dónde se supone que debía saltar, aún podía hacerlo, quizá debía, pero no estaba de humor, la tristeza estaba en pausa en ese momento, como si tan solo quisiera llegar a casa y dormir todo el día.

—¿Planeando tu siguiente salto?—Dijo una voz detrás de mi, me giré irritada, sabía quién estaba allí.

—¿Estás siguiéndome?

—Claro que no, te dije que este era mi lugar, vine a fumar, la vista desde allí es buena.

—Lo se, por eso subí ese día...

Él estaba acomodando una motocicleta, a punto de subirse a ella.

—Hay mejores sitios en la ciudad... Podría enseñarte.

—¿Lugares donde suicidarme?, Eres un sádico.—inconscientemente había soltado una risa que se fue apagando cuando note que él no se rió.

—Me refería a mostrarte la ciudad, iba a emborracharme en un bar de mala muerte, pero si quieres te llevo.

El chico tenía dos cascos, me pregunto para quien lo preparó.

—El chico de cabello rojo me dijo que tú debías ir a buscar a una tal Sofía...

—Se llama Seka y no, claro que no, Sofía es problema suyo, ahora, ¿vienes o no?, Me estoy hartando.

—¿Siempre eres tan agradable?—dije detonando en sarcasmo, por fin pude sacarle una risa. Me extendió el casco y yo me lo puse, subí a su moto y arrancó.

(...)

—Mira, paremos allí, me gusta ese bar—expresé viendo un bar con un cartel luminoso gigante. "El Olimpo" decía.

—No creo que sea buena idea, ahí no hay buenas personas, mejor vayamos a otro lado.

—Eso da igual, no estoy buscando problemas, detente, quiero tomar un trago.

Él protestó pero detuvo la motocicleta y la trabó. Bajé y sin esperar a que me siga, me metí al bar.

Dentro todo estaba demasiado oscuro, las luces azules y violetas me lastimaban los ojos. Las personas me miraban extraño al entrar, aunque deduje que fue por mi atuendo, el cual era totalmente diferente al de las mujeres allí.

—No te vayas muy lejos...—Kaden apareció a mi lado rápidamente.

—Cálmate, ¿Qué eres?, ¿Mi perro guardián?

—Vete al diablo, cuídate sola.—escupió y seguido a eso se marchó dejándome sola. Supongo que me lo merecía.

—Dame una cerveza.—exigí  y el barman me la trajo al minuto.

Tenía poco dinero encima así que no podría embriagarme aunque lo quisiese.

Observé a las chicas bailar mientras los hombres hablaban de sus maravillosos culos y lo grande de sus tetas, de las cosas que les harían y demás asquerosidades. Me pregunté si algún chico llegaría a considerarme atractiva, no del modo que esos hombres, pero si linda, me pregunté si con mi metro sesenta y cinco, mi cuerpo levemente contorneado, mis pechos no tan pequeños, mi inexistente trasero y mi pelo color carbón sin peinar, algún hombre llegaría a pensar que soy bonita. Sabía que no debía importarme, pero lo hacía, quería que la gente diga, "mierda, que mujer más hermosa", aún sabiendo que nunca lo dirían.

El show de los fenómenosWhere stories live. Discover now