Capítulo 27

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Sol terminaba de arreglarse, ya tendría que salir y tocar como todas las noches. Habían pasado tres días desde que el investigador empezó a buscar a la familia de Martín. Solange tenía que decirle que ya encontraron a su familia y debían buscarla.

—Estás muy lenta—. Entraba Martín para apresurar a Sol.

—Necesito contarte algo antes de otra cosa —le dijo Solange.

Martín podía ver la seriedad de Sol. Podía tratarse de muchas cosas sobre Emiliam.

—Dime, me espantas.

—Bueno, lo que pasa es que el investigador de Daniel encontró a tu familia.

—¿Qué? —pregunto Martín.

Se sentó aún lado de Sol esperando una respuesta, quería saber más.

—Si, casualmente tu madre trabaja en la casa de una de las compañeras de la Universidad y fue muy fácil dar con ella.

—No sé qué hacer, mi padre se muere si me ve llegar.

—No lo creo, se murió a inicios de año y desde entonces tu mamá decidió buscar trabajo y dio a esa casa. Por lo que me dijo Daniel le va bien.

—Creo que debería buscarla.

—Deberías, tu mamá ha de estar preocupada por ti. No la dejes sola, si tu papá murió y era lo que impedía que estuvieras con ella, pues ya no está. Sé que suena cruel, pero es la verdad.

—Ya sé, pero no te quiero dejar. Pienso que me necesitas.

—Si, pero tengo que enfrentar eso. Además, recuerda que cuento con Agnes y un poco con Ava. Sobre solucionar mi calentura por Emiliam y entender mi amor con Daniel.

—Está bien, me iré. Únicamente recuerda una cosa, Daniel hace mucho por ti, pienso que no lo deberías dejar ir solo por un momento con Emiliam.

Mientras tocaba el piano se puso a reflexionar en lo que le dijo Martín, era cierto, estaba perdiendo el amor de Daniel por una calentura fugas, al final de cuentas volvería a México para Navidad y todo volvería a ser como era.

Terminaba de tocar y vio a Emiliam en la misma mesa de siempre, era como su sombre, no sabía qué hacía aquí. Se supone que ya tenía algo secreto con Sol, ¿acaso quería algo con Tina?

Se bajaba del escenario y veía a Martín, sin decir nada los dos sabían que era lo que tenía que hacer. Sin más remedio fue a la mesa de Emiliam.

—Pensé que no volvería.

Sol le dio una sonrisa y sin esperar a que Emiliam la ayudara a sentarse, se sentó aún lado.

—Estaba solo, digamos que mis amigos tienen sus propias cosas que hacer y extrañaba escuchar a mi pianista favorita —le dijo de manera coqueta.

Sol pensaba que era un sínico, no le bastaba con tener sexo en la oficina. Venía a buscar a su alter ego.

—Bueno, deberías de ponerte hacer algo. Probablemente, hacer yoga te ayuda.

—No lo sé, yo pensaba más en unas clases de piano —volvía a sonreír.

—Supe que va a dar clases en la Universidad que está cerca. Podría planear sus clases.

—Vamos, eso no es lo mío —. Emiliam tomo la botella de vino y le sirvió a Sol—. Nada más lo hago por un motivo muy importante.

—¿Un motivo? —pregunto con curiosidad.

—Si —sonrió Emiliam—, es una mujer que me tiene como loco. Sé que no he convivido mucho con ella. Pero, lo poco que lo hice me encanto, es muy natural y es ella misma. Me gusta que sea así.

La PianistaOù les histoires vivent. Découvrez maintenant