85

1.3K 88 214
                                    

me disculpo por lo largo y les deseo una linda lectura, 

puede q con un poco de tristeza incluida a

les amo

✨🌻✨💛✨🌻✨


Andrés fue el primero en despertar aquella mañana, con la misma solemnidad de siempre, pero ahora sumándole el hartazgo de seguir encerrado en ese barco.

A su lado, Alonso seguía durmiendo plácidamente. Y en los días que llevaban, Andrés se había dado cuenta de que su hijo le recordaba mucho a su madre, Clara, cuando dormía. No tenía idea de qué era, pero estaba ahí. Tal vez en la paz, o la comodidad que reflejaban.

En la litera de arriba, Martín y Barcelona seguían durmiendo, y aunque no lo parecía, estaban muy cómodos abrazados como osos uno al otro. Andrés no podía evitar sentir cierto recelo, porque en los diez días que llevaban navegando, Barcelona no había pasado una sola noche con él.

Con la única persona que lograba dormir, era Martín, y eso empezaba a sacarlo de quicio. Pero no eran celos, era una especie de culpa que venía creciendo dentro de su interior hacia ya un tiempo, porque creía que su mujer solo podía dormir con su mejor amigo porque con él se sentía protegida.

Le aterraba que Barcelona ya no sintiese esa seguridad y protección a su lado desde lo que había ocurrido en esos baños.

Y si quería ser completamente honesto, sentía que su matrimonio y su relación con la castaña iban cayendo en picada. A veces sentía que Barcelona se le escapaba de las manos como un pajarito, pero luego volvía con un beso, con un te quiero, o con una simple mirada que declaraba todo el amor que tenía por él.

Andrés sabía que no era falta de amor ni mucho menos, pero algo no estaba funcionando como debía, y lo único que necesitaba era salir de ese barco para poder arreglar la situación sin todos esos ojos y oídos sobre ellos.

El pelinegro salió del camarote apenas terminó de vestirse, encontrándose con Sergio y Lisboa saliendo de la habitación del capitán – o el nidito de amor, como le había puesto Nairobi tan poéticamente. Cruzaron miradas incómodas inmediatamente, pero Andrés no pudo evitar soltar una carcajada antes de perderse por el pasillo.

Saber que su hermanito disfrutaba de su sexualidad muy activamente, lo dejaba tranquilo y muy feliz, porque eso era lo que siempre había querido para él: que disfrutase.

Siguiendo ese mismo camino, Andrés se dispuso a disfrutar de la belleza del paisaje, quedándose de pie en medio de la cubierta con una taza de café negro entre sus manos, dándole calor. Y allí, siguió pensando en ella, que era absolutamente lo único que ocupaba su cabeza en ese momento.

¿Qué podía hacer?

Anda, mira a quién tenemos por aquí. —una voz a sus espaldas le impidió siquiera empezar a pensar, supo de inmediato que se trataba de Nairobi.

La morena se paró a su lado con una taza de té aferrada a sus dedos, con su mirada oscura e inquisitiva sobre la figura de Berlín.

Buenos días, Nairobi. —saludó él sin mucho interés, con su mirada aún pegada en el paisaje, pero recién notando la densa neblina que tenían encima.

Sí, sí. ¿Qué te tiene por aquí tan solo y tan temprano? —inquirió, haciendo que Andrés finalmente la mire con los ojos entrecerrados, intentando deducirla.

¿Necesito tener alguna razón? —la morena soltó una risilla por la nariz, dejándolo aún más intrigado cuando se dio cuenta de que Nairobi estaba allí con un objetivo, como si hubiese estado esperando el encontrar a Berlín a solas para poder hacer de las suyas.

BARCELONA; Berlín [EDITANDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora