tatiana

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23 de Diciembre del 2013

Florencia, Italia.



—No seas manos largas, pelotuda, devólvelo.— espeta Martín señalando la caja del dinero, la castaña suelta una risotada antes de beber de su copa de vino. El rubio intenta quitarle los billetes de la mano en un movimiento rápido, pero ella se aleja ante su veloz reflejo.— ¡No seas boluda!

—¡Que me la has comprado, tarado!— exclama la castaña, tratando de esconder la sonrisa que quería escaparse de sus labios.

—¡No te compré nada, me retracté!— discute él de vuelta, girándose al oír la puerta abrirse lentamente. Ambos se encuentran con Andrés parado en la entrada, formando una pequeña sonrisa en su rostro al encontrarse con sus amigos mirándole.

—¿Qué hacéis?— cuestiona quitándose el abrigo negro al mismo tiempo que caminaba hacía ellos.

—Estábamos jugando, pero esta pelotuda me robo la plata.— espeta, tirando todas sus tarjetas sobre la mesa con enfado para tirarse sobre el sofá y observar al pelinegro de pies a cabeza.— ¿Y a vos cómo te fue? 

Andrés esboza una enorme sonrisa en su rostro, sirviéndose una copa de vino antes de dejarse caer a un lado de la castaña. Lentamente saca un pequeño diamante del bolsillo de su chaqueta, Martín arrebatandóselo con rápidez para admirar aquella pequeña piedra.— He conocido a una mujer.

—Que novedad.— se mofa Barcelona, subiendo sus pies al sofá de terciopelo negro para abrazarse del frío de la capilla. Andrés la mira con una sonrisa burlona, buscando en sus ojos pardo algún indicio de celosidad que no encontró.

—Se llama Tatiana.— comenta, bebiendo minuciosamente de su copa de vino.

Martín suspira, dejando el diamante sobre la mesa para mirar a sus dos mejores amigos.— Tenía una amiga prostituta que se llamaba así...— Barcelona suelta una carcajada, la cual borró de inmediato al ver la mirada fulminante del pelinegro sobre ella. 

—Tiene nombre de prostituta, tío.— se defiende, haciéndolo soltar un suspiro de exhaustación. 

El rubio y la castaña intercambian miradas cómplices que el pelinegro decide ignorar; siempre que hablaba de una mujer, todo se convertía en un stand up comedy entre sus dos amigos. A veces se reía con ellos, otras veces esperaba que lo tomaran con un poco más de seriedad.

—Vale, Tatiana.— se resigna la mujer a su lado, acomodándose en el sofá para poder mirarlo.— ¿Cómo es Tatiana? ¿A qué se dedica? ¿Dónde la conociste? 

Andrés sonríe ampliamente, ahí estaba lo que buscaba, un poquito de interés.— Ah, es guapísima.

—Vos te das cuenta de que decís eso de cada piba que conocés, ¿no?— se burla Martín, incorporándose hacía la mesa para servirse más vino. Barcelona esboza una sonrisa burlona.

—Esta vez es diferente.— espeta el pelinegro.

—Sí..— musita la castaña.— Eso dijiste de la última también.— Barcelona y Martín sueltan ruidosas carcajadas que llevan a Andrés a la impaciencia, poniéndose él rápidamente de pie para marcharse y dejarlos seguir con lo suyo.— Eh, venga, no te pongas así. 

—Es diferente.— insiste. 

—Vale, vale.— la castaña le hace un además para que volviera a sentarse a su lado, el pelinegro mirándola con los ojos entrecerrados y dándose cuenta, recién, de que ella estaba completamente borracha.— ¿A qué se dedica la mujer?

BARCELONA; Berlín [EDITANDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora