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La banda de atracadores se encontraba comiendo en familia en el despacho del Gobernador, a excepción de Andrés que seguía dormido dos despachos más al lado. Barcelona estaba recostada en las piernas de Martín comiéndose su sándwich, oyendo la historia de Benjamín y los serbios en el estacionamiento de la Audiencia que contaba Lisboa. 

—¿Cómo se hace una denuncia por abuso sexual?— cuestiona la castaña desde su lugar, ganándose miradas extrañadas por parte de todos.

—Tiene que hacerse directo en una comisaría.— le responde Raquel, dejando su botella de agua a un lado. 

Todos ven a Barcelona divagar dentro de su mente por un buen rato antes de que se pusiera de pie, en dirección a la radio.— ¿Por qué preguntas eso?— cuestiona Denver tomándola del brazo.— ¿Acaso Gandía...?

—No.— espeta ella, soltándose antes de suspirar.— Arturo Román ha drogado a Amanda, le ha dado unas cinco pastillas para dormir y así poder abusar de ella.— al oír aquello todos se miran con asombro y asco, esperando de todo por parte de un hombre tan asqueroso como Román.— Y le he prometido a ella que haríamos la denuncia hoy mismo.— musita.— También le ha ofrecido pastillas a Manila y a otras dos mujeres, así que hay testigos.

—Me cago en la puta.— musita Denver, tratando de controlar su odio y las ganas que tenía de partirle la cara a ese hijo de puta.

—Voy a llamar al Profesor para que nos ayude.— informa, siendo detenida inmediatamente por Denver.— ¿Qué pasa?

—Ya nos ha dicho que no le llamemos.— le recuerda el de ojos claros, observando como la castaña le rodaba los ojos sin descaro alguno.

—Me la suda.

—Barcelona.— insiste Denver, volviendo a tomarla del brazo.

—¿Te puedo contar algo?— pide ella, el ojiazul asintiendo repetidas veces, dispuesto a escuchar cualquiera de sus preocupaciones sin juzgarla.— Pasa que esta mañana me he levantado...— musita ella, lo suficientemente alto para que sus compañeros escucharan.— con un grano en el culo, ¿y sabes cómo le he puesto?— el hombre frente a ella se pasa las manos por la cara con exasperación al entender cuál sería su respuesta.— Denver, mi grano en el culo se llama Denver.— espeta con una sonrisa burlona en la cara, oyendo las risas de sus compañeros como una orquesta en sus oídos.

—Arreglaremos ese asuntillo más tarde, ahora a volver al curro, y tú vuelve con tu hombre.— ordena Nairobi poniéndose de pie, señalando a la castaña antes de mirar a Bogotá y hacerle una señal para que la siguiera. 

Barcelona le da un beso en la mejilla a Denver antes de salir corriendo al despacho de su esposo, quien aún dormía plácidamente, o eso ella creía. Se sentó a su lado después de besarlo en la frente, tomando su mano entre la suya, sintiendo su calidez.

Andrés pretende seguir dormido, la verdad era que llevaba unos treinta minutos esperando a que apareciera, y había sido bastante frustrante para él pensar que ella no volvería en un buen rato más gracias al trabajo que tenían allí dentro. 

El pelinegro la oye cantar, casi en balbuceos, que lo hacen sonreír a medias, ya que no sabía si ella lo estaba mirando o no. Para suerte de él, estaba mirando sus manos entrelazadas mientras entonaba Twist and Shout. La oye suspirar repetidas veces, resoplar, jugar con su saliva dentro de su boca, e incluso la oyó entonar el himno nacional español. Estaba aburrida, y él estaba disfrutando de su sufrimiento.

—Comí chirimoya me enchirimoyé, para desenchirimoyarme, ¿cómo me desenchirimoyaré?— la oye decir rápidamente, recitando ella un trabalenguas que lo hizo guardarse una carcajada que le provocó un fuerte pero soportable dolor en su costilla.— Pepe Pecas pica papas con un pico. Con un pico pica papas Pepe Pecas.— recita una vez más, sin trabarse. 

BARCELONA; Berlín [EDITANDO]Where stories live. Discover now