Capitulo 22.

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Mikey.

—Mikey, tus amigos te están buscando, preguntan si quieres salir por un helado — tras de mi puerta avisa Emma — ¿Qué les digo?

—Diles que tengo mucha tarea y no tengo humor para salir o algo parecido — contesto, no quiero salir, ni con ellos, ni con nadie.

—Bien, pero debes intentar salir de la casa, si continuas de esta forma llamare a Shi-ni e Iza-ni para sacarte de tu cueva — responde mi hermana y acto seguido se aleja del cuarto. Desde mi ruptura con Draken solo salgo de casa para ir ala escuela. Me siento muy mal por no ser capaz de aclarar las cosas y durante la semana no lo he intentado, principalmente por querer respetar su decisión de no involucrarme con él, lo cual resulta muy difícil considerando que se sienta frente a mí. Las ganas de acariciar su cabello, molestarlo durante clase, pasarle notas, hablarle al oído y en general pasar tiempo con él.

Por su parte parece como si nada hubiera pasado, que el tiempo juntos no fue nada para él, en lo particular me siento mal al recordar sus besos y caricias, pero a pesar de todo una parte de mi está feliz.

Feliz de habernos rencontrado después de tanto tiempo, feliz de haber podido disculparme por todas mis travesuras, feliz de recordar la razón por la cual nos distanciamos (incluso si fue muy estúpida), feliz de haber podido (parcialmente) cumplir con nuestra promesa de infancia y feliz por que fue mi primer amor.

Me arrepiento de no haber dicho la verdad a tiempo, pero no lo hago respecto a nuestra relación, mucho menos de los regalos y las cartas (tal vez ya las desecho) o de intentar ser un buen novio. Di lo mejor de mi y ese es mi consuelo.

Aun abrazando a yaki, eh tomado una decisión ya lloré lo suficiente, claramente no superare a Ken-chin en algo mas de tiempo, pero debo intentarlo. Mañana saldré a caminar con mis amigos durante la tarde y buscare algo rico de comer y antes de eso debo entregar algo, una carta, la última.

Probablemente ni sea leída o incluso rota antes de eso, aun así, la escribiré para despedirme oficialmente del plan T.

Me levanto de la cama para regresar al escritorio, previo a escribir quiero algo dulce, los chocolates que me regalo mi hermano aun no se terminan, debería comer otros cuantos.

Izana.

—Maldita universidad, cuando serán las vacaciones— Salgo de la ducha únicamente con una toalla alrededor de mi cintura y con otra secándome el cabello.

—No te quejes tanto hermanito — grita Shi-ni desde la sala donde se encuentra estudiando — ¿cómo mantendrás una familia?

—¿Quién habla de familia? Los niños no me van.

—Lo digo por Kakucho, dudo que quiera mantenerte.

—Muy gracioso hermano— le lanzo mi toalla.

—jajaja bien, bien— se carcajea

—Y si tanto te preocupas por mí, deberías dejar de traer a Wakasa todo el tiempo, no me dejan ni dormir y mucho menos estudiar— su sonrisa desaparece. Tuche.

—Como sea — deja de discutir conmigo para seguir viendo su computadora. Quiero seguir molestando hasta que suena mi teléfono, lo busco hasta dar con el sobre la mesita de la sala. Es Mikey, un poco extraño considerando las pocas veces que llama.

—Moch...

—Ken-chin!!! — antes de poder decir nada Manjiro lloriquea al teléfono — es mi culpa, no termines conmigo, vuelve — okey quien era Ken-chin y donde debería enterrar el cuerpo. Nadie hace llorar a mis hermanitos.

—Manjiro, creo— debo decir algo pero el no se calla ni por un segundo, claramente se equivocó de teléfono, pero esa no es razón para no matar al tipo.

El plan tWaar verhalen tot leven komen. Ontdek het nu