Parte 23

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— Necesitas estar en reposo si no quieres sufrir un aborto – dice la doctora a mi lado – por eso te dejare unos días aquí. ¿has estado sometida a mucho estrés últimamente?

— Sí – dice Isidora por mi – está pasando por un mal momento justo ahora, le dije que si no se calmaba le haría daño al bebé.

— Isidora – le digo

— Su amiga tiene razón, en estos momentos lo que necesitas es estar tranquila. Vendré mañana temprano para ver como sigues, durante la noche las enfermeras se harán cargo, cualquier cosa que necesites presiona el botón.

— Gracias doctora.

— Te dije, ¿Qué vas a hacer con él? – pregunta mi amiga – tienes que escuchar lo que tiene que decir

— ¿Eres mi amiga o la de él?

— Soy tu amiga, pero no quiero verte sufrir.

— Puedes decirle que me quedare aquí unos días y que por ahora no quiero verlo, ¿por favor?

— Está bien – dice saliendo de la habitación

Los escucho hablar, Michael se escucha alterado.

— Ya le dije – dice mi amiga sentándose a mi lado – pero dijo que no se iría de aquí, que quería estar a tu lado por si lo necesitabas.

— No quiero verlo – le digo llorando

— No lo harás a menos que así lo quieras, estará afuera solo para que lo sepas.

— Gracias – digo suspirando

— Deberías escucharlo y decirle que estas embarazada, quizás no puedan estar juntos, quizás la vida no los quiere juntos, pero el merece saber que tendrán un hijo.

— Lo sé...

Pero la vida no lo quería así...

Los próximos días no se movió de ahí, cada vez que alguien entraba a la habitación Michael estaba sentado mirando hacia dentro, seguía con la misma ropa de hace días, su barba había comenzado a crecer, se veía agotado.

— Dile que entre – le digo a Isidora y ella se pone de pie corriendo.

Michael entra y me mira con pena en sus ojos, está sufriendo.

— Hola – dice sentándose lejos de mi - ¿Cómo estás?

— Bien – digo aguantando las lágrimas – solo te escuchare una vez, y luego te iras. Promete que te iras, no quiero que sigas aquí.

— No puedo prometerte eso – dice con lágrimas en los ojos. – Amy, te amo demasiado para dejarte sola.

— Prométemelo o sal de aquí

Él suspira y asiente

— No sé qué paso, no tengo idea de nada, Alaska vino al set y acepte hablar con ella, estábamos en el restaurante y luego no recuerdo más, cuando tu llegaste yo... yo estaba perdido, estaba completamente drogado, prometo que no paso nada, jamás te seria infiel. Cuando te fuiste y dejaste el anillo quede destrozado, ella solo se reía y dijo que era un favor que me estaba haciendo, pero sabía que no era así.

Asiento con la cabeza mientras lagrimas caen por mis mejillas, confiaba en él y sabía que lo que decía era verdad, pero estaba cansada, jamás podríamos ser felices.

— Puedes irte – le digo en un susurro – lo prometiste

— Amy, nena por favor.

— Nos veremos pronto, ahora necesito descansar

— ¿no vas a decirme lo que la doctora te dijo? ¿no me dirás que está mal?

— No, esta todo bien es solo estrés. Estaré bien en unos días, por favor – digo suplicando – vete.

Michael se acerca a mí y besa mi cabeza, cierro los ojos tratando de no pedirle que se quede. Se aparta de mí y sale de la habitación, Isidora entra segundos después.

— ¿y? ¿le contaste que será padre?

Niego con la cabeza y cierro los ojos aguantando.

— No se lo diré, nadie se lo dirá.

— Amy – dice mi amiga – no puedes hacer eso

— Puedo y lo hare, si no estás de acuerdo puedes irte.

Días después estaba en casa de mis padres, había arrendado mi departamento y había dejado mi trabajo. Quería comenzar una vida nueva y eso era lo que haría de ahora en adelante, cambie mi número de teléfono, mi cuenta de correos electrónicos y todo en lo que pudiera ser localizada.

siete meses después

Estaba con contracciones, los dolores eran horribles, estaba sostenido la mano de mi madre mientras ella me repetía una y otra vez que respirara.

— Vamos cariño tú puedes – decía ella, ya no podía estaba agotada. – una más y el bebé estará afuera.

Hice lo que me dijo, puje una vez más y sentí el vacío dentro de mí, me derrumbé en la camilla mientras escuchaba el llanto de mi hija.

Sonriendo la tome en mis brazos, era la cosa más hermosa del mundo. Sus ojos azules eran igual a los de su padre.

— Felicidades, cariño – dice mi madre besando mi cabeza – bienvenida al mundo Michelle.

— Michelle – digo besando su cabecita

Ya no estaba en casa de mis padres, me había mudado el otro lado del país, mi madre se había venido un mes antes del nacimiento de mi hija para acompañarme en el proceso.

De Michael no sabía nada más de lo que salía en las revistas y periódicos, solo se hablaba de que estaba destrozado, que su carrera seguía en la cumbre, pero él ya no era el mismo, no se le había visto con otra mujer después de mi o de sus fotos con Alaska.

Estuve muchas veces a punto de decirle que sería padre, pero no quería que algo le pasara a mi hija o a mí. Ya sabía la clase de personas las cuales estábamos rodeados y sabía que era cosa de días para que alguien volviera alejarlo de mí.

Me aleje de él, mi familia jamás le entrego información sobre mí y eso me ayudo a seguir adelante. 

Enamorando al ENEMIGOWhere stories live. Discover now