» 𝚎𝚒𝚐𝚑𝚝𝚎𝚎𝚗 ; 𝚝𝚑𝚎𝚊𝚝𝚛𝚎 𝚝𝚎𝚊𝚌𝚑𝚎𝚛 «

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𝙾𝚖𝚗𝚒𝚜𝚌𝚒𝚎𝚗𝚝 ;

En el momento en el que Gabriel Newmaker puso un pie en el instituto Hexide supo que su trabajo como profesor de teatro en aquel lugar iba a cambiar su vida de una manera inesperada. Incluso en la mañana, antes siquiera de salir de casa, mientras se tomaba su té matutino (como acostumbraba a hacer) o frente al espejo, mientras peinaba las ondas de su cabello parduzco, cerciorándose de que todo estaba perfecto para su primer día de clase tenía el presentimiento de que estaba a las puertas de un punto y a parte en la historia de su paso por el mundo. Y quizás también para la de alguien más. Dos personas más, para ser exactos.

La primera de ellas fue Hunter Wittebane.

Era su primer día como docente, y Gabriel estaba más asustado de lo que quería reconocer. Como era de esperar, quería causar una buena impresión, tanto en sus alumnos como en los demás profesores. Estaba repasando su monologo de presentación internamente por octava vez mientras caminaba por los pasillos acompañado de aquel chico, quien se había presentado como Jerbo, el coordinador de la obra que su clase tenía que representar. Ambos habían compartido un par de palabras antes de dirigirse con el resto del grupo. Gabriel casi se sintió abrumado por el gran entusiasmo que mostraba el joven, pero también se alegro de esto. Pocas veces se encontraba a alguien con tanta pasión por el teatro.

En cuanto el hombre se hizo paso en el auditorio, donde se impartiría el ensayo; capto la atención de todos los presentes, quienes dejaron de hablar o de hacer las tareas a las que se estaban dedicando para mirar hacia la entrada principal, donde se alzaba, alta como un mástil, la figura del hombre. Este, dio un rápido vistazo a su alrededor para después seguir dando lentos pasos hasta el centro de la habitación. Mientras caminaba, analizó tanto el lugar como los rostros que le rodeaban, algunos denotando curiosidad, mientras que otros parecían intimidados:

Este era el tipo de reacciones que Gabriel acostumbraba a causar en los demás cuando recién se conocían. No es que fuera una persona amenazante o grosera, pero tampoco parecía la más feliz del mundo. Los rasgos marcados de su tez semejaban haber sido cincelados por un escultor. Un escultor particularmente amargo, pues su expresión siempre era severa y seria, lo que generaba en la gente cierto grado de desconfianza. No obstante, había un cierto matiz en él, un halo de misterio que le acompañaba.

- Buenos días, chicas y chicos - la voz del hombre, grave pero clara, se deslizó en la habitación. - Mi nombre es Gabriel Newmaker, y como habréis podrido adivinar, voy a ser el nuevo profesor de teatro - siguió paseándose por el auditorio mientras hablaba, tratándose do sonar lo más confiado posible. - Durante lo que queda de curso os acompañaré y guiaré por el mundo de la interpretación. No es fácil, lo sé. Pero se va que tenéis actitud. - Esbozó una sonrisa amable, lo tratando de relajar el ánimo de sus pupilos, quienes también parecían tensos. - Podéis acercaros, no os voy a morder. - algunas risillas sonaron mientras los adolescentes tomaban un poco más de confianza para acercarse al profesor, a excepción de dos chicos, quienes seguían acomodados en lo alto de las gradas. Uno de ellos rubio y el otro el cabello de un llamativo color aguamarina. - Vuestro cuerpo es una herramienta, un arma y un instrumento. Es la llave de la puerta del arte y en mi clase, aprenderemos a usar esta llave en nuestro favor. - Hubo una pequeña pausa. - Bien, vuestro compañero me comentó que vais a representar una adaptación del Fantasma de la Ópera.

Los alumnos asintieron.

- Este es nuestro primer ensayo general - afirmo Jerbo. Gabriel suspiró mientras hacía sonar sus nudillos.

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