Este es mi origen, el origen de Pitch Black

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-Pov Pitch Black-

Parece ser que morí... otra vez.
Todo estaba tan oscuro que pensé que podría ser un lugar descente para existir.
Bueno —me senté sobre el suelo —. Ya merecía de un buen descanso.

Cerré los ojos y me sumergi dentro de mi cabeza, no recordaba nada o como morí; solo mantenía una extraña satisfacción de haber muerto de manera honorable.

—Riddick.
Mis ojos se agrandaron al escuchar ese nombre —. ¿Quién dijo eso?
—Veo que aún recuerdas.
—¿Recordar que? —me puse de pie y mire alrededor.

Tu orígen, Pitch Black.
—Nunca lo olvidé, fue eso lo que me llevo a ser quién soy.
—Tu lo has dicho, viejo amigo.

Un hombre de gran estatura apareció frente a mí. Su piel era tan blanca como la porcelana, sus ojos, cejas y pestañas eran blancas y muy pronunciadas.

¿Quién eres tú?
—No me reconoces —se cruzo de brazos —. Yo soy hombre de la luna, tú más grande enemigo.
Me di la vuelta y le ví de reojo —. Ya no quiero pelear.

—No he venido a eso.
—¿Entonces a qué?
—He venido por tí.
—No — le di la cara —. Yo estoy bien aquí.

—Seguro de ello.
Arrugue el entrecejo y le ví de reojo —. ¿A qué te refieres?
Llevo su mano a su mejilla —. Primero ve esto —me dió la espalda. Un gran círculo blanco apareció frente a nosotros.

Dentro de él, se veían a unas personas luchando por sus vidas, mis ojos se pasiaron por todos ellos, pero me detuve en un chico albino.

—¿Por qué me muestras esto? —le interrogue con fastidió.
Lo notaste no —apunto al chico —. La historia se vuelve a repetir.

—Se más claro —le demandé irritado de tanta palabrería.
—¿Que paso con Serafina?
Le tome por el cuello de la camisa y le ví inquisidor—. Será mejor que cierres la boca.

—Ella aún era pequeña ¿No?, yo era fiel observador de su buena voluntad a pesar de su corta edad.
—¡Dije que cierres tu jodida boca! —le solté arrojándolo hacía atrás.

¿Por qué te empeñas en recordarlo? —el miedo me invadió por dentro —. ¡Quieres que lo grité! ¡Quieres que diga  que yo la asesine! ¡Que asesine a mi propia hija!

De entre las sombras aparecieron ojos que amenazaban con atacar.
Mire alrededor con desesperación. Que acaso no tendría fin todo esto.

—Riddick —centre la vista en él —. Tú sabes que no lo hiciste. Tú no temes por tí ¿O sí?
—Acaso te importa —dije lleno de infelicidad —. Te haces llamar el guardián del mundo, pero cuando necesite de tí...no estábas para hacerles escuchar.

—¡Yo no tenía el poder para eso! —exclamo con rabia —. Culpaste a Sandy de tu propósito al igual que Ana.
—¡Fue el qui...
—¡Te equivocas! —me apunto con prejuicio —. Te di a elegir, no lo olvides...fuiste tú quien escribió cada letra de tu futuro.

—Yo no la iba a abandonar.
—Y de que te sirvió —bajo el tono de voz —. Tú odio distorsionó las cosas y culpo a aquellos que en su momento te tendieron la mano.

—¡Eso no...
—¡Míralo tú mismo!

Los ojos que nos rodeaban se volvieron sombras oscuras, todas ellas se abalanzaron contra mi. Coloqué mis brazos frente a mi rostro para cubrirme de ellas, todo alrededor daba vueltas.

¡Eres mío! ¡Solo mío! [Blackice]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora