vainilla.

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Nerea Miller (23) INFP
...

Primer día del último año de universidad.

Otro año lleno de trabajos, estrés y amanecidas, pero al menos ya era el último.

Salí de bañarme con una toalla envolviendo mi cuerpo y caminé descalza hasta mi habitación. Vivía en un departamento alquilado en la zona central de Nueva York. Me salía medio riñón el alquiler, pero valía la pena. Era amplio, bonito, unas vistas increíbles y el punto de reunión para la mayoría de fiestas con amigos.

Me vestí rápidamente con la ropa que había elegido el día anterior. Constaba de una falda de mezclilla, una camiseta blanca con cuello alto y manga larga. Las botas negras y el abrigo color crema los dejé para el final.

Peiné y arreglé mi cabello lo suficiente para que no se esponjara a penas saliera del edificio y maquillé sutilmente mi rostro antes de verme en el espejo. Mi piel era blanca, casi pálida podría decirse, mis labios rosados y gruesos algo resecos por el clima frío de la ciudad y unas ojeras violáceas se posaban por debajo de mis ojos. A estas alturas ya no me importaba si se notaban o no por lo que no me preocupé.

Dejé mi bolso listo con los libros que usaría hoy y salí a la cocina a ver qué podía desayunar.

¿Avena? No, gracias. ¿Barra de cereal? Muy seca. ¿Pan de hace dos días? Estaba tan tieso que fácilmente podría golpear a alguien con eso y causarle alguna contusión severa.

Debía salir a hacer compras en cuanto antes o terminaré muriendo de hambre. Lo único que nunca faltaba en casa era la cafetera llena. El café era lo único que necesitaba para ser feliz.

Serví un poco del líquido caliente en una taza y vertí un corto chorro de leche sobre este dejando que tomara un color precioso. Vertí un poco de caramelo en la taza endulzándolo un poco y lo llevé a mi boca para darle un sorbo.

Felicidad pura.

Sin darme cuenta estuve más de diez minutos con el café entre las manos viendo las noticias desde el televisor de la sala principal y faltaban tan solo diez minutos para que comenzaran las clases.

—Mierda, mierda, mierda. —maldije en voz baja mientras terminaba de un sorbo lo que restaba del café.

Tomé el bolso negro antes de colocarme los botines casi tropezando y salí del departamento en busca del elevador que por suerte estaba en mi piso.

No tardó mucho en llevar al primer piso y en cuanto las puertas metálicas se abrieron, salí apresurada chocando mi hombro con alguien que pasaba por el camino.

—Lo siento, fue sin querer. —balbuceé arreglando mi cabello detrás de las orejas. —Oh perdón, Armin.

El chico rubio y de ojos azules frente a mi rió y negó con la cabeza.

—No te preocupes, Nerea. ¿Vas a la universidad? —preguntó.

—Sí, voy algo tarde. ¿Tú no irás?

—Eh sí, si quieres puedo llevarte. —se ofreció.

—Eso sería perfecto, muchas gracias.

Armin asintió con la cabeza y ambos comenzamos a caminar hacia el estacionamiento del edificio.

Conocía a Armin desde hace un par de años gracias a que vivía dos pisos debajo del mío y también porque durante las vacaciones suelo darle clases de inglés a su hermano menor, Falco. Son hermanastros, pero se llevan muy bien. El pequeño Falco es tan lindo y educado que, si llego a tener un hijo, espero que sea como él.

—¿Estás ansiosa por el último año? —dijo el rubio a mi lado una vez montados en el automóvil.

—Sí y no. Me da miedo no encontrar un buen trabajo luego de esto. —admití. —Con las clases de inglés y el empleo en la cafetería me va bien, pero quiero dedicarme por completo a un solo trabajo.

bad guy | eren jeager. (oc)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora