púa.

494 38 6
                                    

Eren

Arranco la moto una vez que siento a Nerea sujetarse de mi cintura. Es gracioso cómo acomoda sus brazos a mi alrededor una y otra vez como si tuviera miedo de tocarme. Conduzco a la preciosísima Daisy por las calles de Nueva York dirigiéndome a ese lugar en donde me quedé viendo el cielo como un idiota la noche en la que hablé con Nerea por Instagram por primera vez.

Era una pequeña colina a las afueras de la ciudad, estaba cerca a la gasolinera por la que pasé ese día, a solo unos minutos de distancia. Además, no parecía un lugar al que normalmente la gente iría por lo adentrado que se encontraba entre plantas y arbustos que llegaban a joder las prendas si no tenías cuidado, pero valía la pena para la vista que tenías de la ciudad desde ese punto.

Una vez que llegamos, tuve que convencer a Nerea de que no la traía a un lugar en medio de la nada para matarla y esconder su cuerpo en una zanja como ella dijo. Se quejó un poco como la princesa caprichosa y mimada que es pero al final me siguió por todos esos arbustos mientras se quejaba de algunas plantas que hincaban sus piernas. Caminamos hasta que llegamos a la parte donde el césped estaba corto, bien cuidado y un árbol era el personaje principal del sitio dejando un espacio con sombra para poder admirar la vista desde el sitio.

La expresión de Nerea cambió automáticamente al ver el escenario que tenía en frente y se me adelantó unos cuantos pasos parándose en el borde de la colina. No dijo nada pero pude ver cómo sus labios se entreabrieron mientras su mirada veía aquella imagen de Nueva York que seguramente nunca había visto.

Desde ese punto se podían ver los edificios ordenados como si fueran parte del juego de Tetris, se veía una gran parte del río Hudson y el espectáculo que formaban los colores del cielo gracias al atardecer era digno de capturar en una foto. No dudé en sacar mi teléfono del bolsillo interior de mi chaqueta y abrir la aplicación de cámara. Tomé una foto en la que cuadré a la perfección el atardecer y los edificios de Nueva York, la foto se veía bien para ser yo quien la había tomado.

Mis dedos retrocedieron nuevamente a la cámara y sin pensarlo mucho aproveché que Nerea estaba delante de mi para cuadrarla en el marco de la foto, solo se veía su silueta de espaldas, pero delante de ella, el atardecer, los edificios y el río, formaban el perfecto escenario para una fotografía así que lo hice, inconscientemente tomé una foto de Nerea con mi cámara y luego bajé mi celular avergonzado de aquello una vez que me di cuenta de lo que hacía.

-¿Cómo encontraste este lugar? -dijo finalmente volteándose hacia mi.

-No lo sé, ese día era de madrugada y aún no quería regresar a casa así que se me ocurrió husmear por aquí hasta que terminé encontrando este sitio, me quedé aquí hasta que amaneció mientras hablábamos.

De pronto veo cómo sus ojos se ponen vidriosos y me alarmo. Doy unos pasos hasta llegar a ella y en mi rostro aparece una expresión de preocupación.

-¿Q-qué pasa? ¿Por qué...

Nerea simplemente suelta una carcajada y agacha la cabeza. Noto como sus hombros brincan suavemente, pero no sé si es porque se ríe o llora.

Vuelve a alzar el rostro luego de unos segundos y veo que se trataba de ambas. Se me encoje el corazón al ver su rostro lleno de lágrimas, pero su boca formaba una gran sonrisa.

-Creo que... mi hermano me habló de este lugar. -me dice justo cuando estoy por decirle si necesitaba ir a un hospital.

Me ponían muy nervioso estas situaciones.

-¿De verdad? -pregunto alzando mis cejas con asombro.

-Sí, o eso creo...cuando cumplió veintiuno le pidió a mis padres que su regalo de cumpleaños fuera un viaje a Nueva York. -me dice ahora ya sin soltar lágrimas, pero con la misma sonrisa radiante en su rostro. -Dijo que no importaba si era solo un fin de semana pero que sí o sí debía pasar su cumpleaños número veintiuno en Nueva York.

bad guy | eren jeager. (oc)Where stories live. Discover now