acordes.

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Eren

La decisión que el director de la universidad había tomado sobre cambiarnos de campus justo en el último año era una putada.

Fácilmente pudo suspendernos unos días, pero al ser padre de Mikasa Ackerman no le pareció mejor idea que sacarme del camino mandándome a otro estado.

Fue una verdadera mierda encontrar una casa lo suficientemente grande para que Connie, Sasha, Jean, Historia y yo pudiéramos vivir sin matarnos unos a otros. La casa estaba a mi nombre porque yo había dado la mayor parte del dinero, pero nos pertenecía a todos por igual.

Una de las pocas ventajas de tener padres ricos que nunca estaban en tu vida era que nunca se negaban cuando pedías algo material. Mi padre estuvo encantado de saber que me mudaría a Nueva York a terminar la carrera. No sabía si era porque me tendría lejos o si estaba feliz de que al fin me independizara.

Después de la humillación que obtuve al encontrar a mi ex metida en el baño con otro tipo, mi humor empeoró. No solo porque llevaba dos malditos años saliendo con ella si no porque estuve aguantando a esa víbora solo porque a mis padres les caía bien. Ella fingía ser la novia perfecta frente a ellos, pero fuera de eso, era una psicópata que solo buscaba joderme.

El sexo era lo único en lo que congeniábamos, luego de eso ambos ni nos soportábamos.

Antes de llegar al campus nuevo en el que estudiaríamos este año quise dar una vuelta por el vecindario donde nos habíamos mudado. Estaba en el centro de Nueva York y mi casa era una de las pocas que había en la zona, el resto eran solo edificios altos que llegaban hasta las nubes.

Los rayos de sol golpeaban mi rostro, pero el viento que corría era helado. Un clima bastante anormal para alguien que había vivido veinticuatro años en un estado donde el clima era cálido todo el año. De cualquier forma, no me molestaba el invierno, al menos no como a Connie que se quejó todo el vuelo sobre cuanto dinero tendría que gastar en abrigos y chaquetas nuevas.

Al llegar al campus, mi teléfono vibró en mi chaqueta. Se trataba de una llamada desde California, no estaba registrado, pero reconocía perfectamente ese número.

—¿Qué quieres, Mikasa? —atendí de mala gana.

—Te he llamado desde hace días ¿Por qué no me has respondido?

Su voz sonaba molesta. Como siempre.

—¿Tal vez porque ya no soy tu puto novio?

—Nunca terminamos oficialmente, Eren. —respondió la muy descarada.

—El ver cómo el idiota de Marco te la metía en borde del lavabo me pareció un "terminamos" muy oficial. —gruñí.

—Vamos, sabes que no era la primera vez que lo hacía y ahora haces tu rabieta. —habló a través del teléfono haciéndome soltar una risa seca.

Sin darme cuenta había comenzado a apretar el puño derecho. Me estaba sacando de mis casillas.

—¿Quieres que te ponga una estrella en la frente por eso? No me llames más, no me interesa tu vida.

Y colgué la llamada.

No me importaba en lo más mínimo lo que tenga que decirme. Aunque debía admitir que esa bruja sabía cómo ponerme de mal humor.

Aflojé mi mano y noté cómo mis uñas habían dejado medias lunas rojizas en mis manos a pesar de que estaban cortas. Sacudí mi cabeza y tomé una liga negra que traía en mi muñeca para atar me cabello en un moño evitando que los mechones me cubrieran la cara.

bad guy | eren jeager. (oc)Where stories live. Discover now