1 » Primer día.

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Las campanas de la preparatoria Allen comenzaron a sonar, lo cual indicaba que las clases están comenzando y como es costumbre estoy por llegar tarde el primer día del nuevo ciclo escolar.

—Estaciónate ahí—le digo a Jeremy Hudson, un chico de tez clara, ojos azulados, de labios delgados y rosados; con cabellos rubios ligeramente largos, él es mi mejor amigo desde que iniciamos el primer año de la preparatoria.

—Es muy pequeño el espacio, no quiero arruinar este bebé—replica Jeremy, mientras acaricia una parte de la puerta del convertible rojo.

El día de hoy, Jeremy pasó por mí a mi casa, ya que tras insistirle todo el verano a su padre, el señor Abraham Hudson, por fin aceptó darle el convertible. Los dos llegaron al acuerdo de que si Jeremy lo regresa a salvo todos los días, después de la escuela durante dos meses, mi amigo por fin podrá tener un auto propio para su cumpleaños o incluso antes.

Me burlo de Jeremy por la actitud extremadamente cariñosa que tiene con el auto y él solo se limita a buscar otro lugar disponible en el estacionamiento de la escuela.

—Ya vamos tarde, Jer—mi voz suena entre molesta y perezosa, creo que sigo bajo el efecto de las desveladas vacacionales.

—Ya lo sé Kate, no tienes que recordármelo.

Los dos encontramos un espacio para el convertible, cercano a la entrada, después de pasear por todo el estacionamiento un buen rato, fuimos a dar hasta el frente. Ambos nos bajamos del auto y pronto las miradas se hicieron notarias para nosotros, parece que por el hecho de ser los dueños del vehículo, nos hemos ganado la atención de algunos.

No me gusta que me vean demasiado, pero a Jeremy, bueno, ese chico es todo lo contrario, el parece estar disfrutando el momento, siempre lo hace. Y es que él rubio es lo suficientemente apuesto como para llamar el noventa y nueve por ciento de la atención femenina de la escuela.

Y ni hablar de ese bendito piercing que tiene en el labio inferior.

Sí, lo admito. En su momento también me volví loca y caí en su red. Los dos salimos por dos meses, cuando cursábamos el primer año de la preparatoria, pasábamos nuestra etapa de transición entre lo que era cambiar la secundaria por la preparatoria. Menos mal nos dimos cuenta a tiempo que los dos nos sincronizábamos más como amigos que como pareja.

Ahora sólo somos eso. Mejores amigos que se siguen apoyando siempre, como si nada hubiera pasado entre los dos y agradezco que seamos de ese pequeño porcentaje que pudo seguir frecuentándose después de terminar una relación sentimental. Quizá se deba a que nos entendemos por tener el mismo carácter.

—Tú no cambias ¿verdad?—él se ríe y camina hacia mí con ese andar suyo de estrella de rock, con sus pantalones de mezclilla extremadamente ajustados, su camisa desmangada, la cual permite que tenga visión de sus costillas y con estampados de alguna banda de rock de esas que él tanto ama.

Jeremy pasa un brazo derecho sobre mis hombros, dándome un medio abrazo. Toma mi barbilla y la sacude un poco a los lados, haciéndome reír.

—Disfruta de ser el centro de atención, Kate—dice riendo—por lo menos una vez en tu vida.

Lo aparto de mí golpeándole en las costillas, él suelta una carcajada sonora, al mismo tiempo que soba el lugar en donde le he golpeado.

—Vamos, que llegaremos tarde—le jaloneo de la mochila.

—Sí, sí, sí.


Caminamos a prisa hasta mi casillero, he traído libros de más con la finalidad de dejarlos ahí de una vez, Jeremy me ha ayudado con la mochila. Una vez que llegamos al casillero, me deja sola para hacer lo mismo en el de él. No sin antes, despeinar un poco mi cabello. Suele hacerlo siempre que decido traerlo suelto.

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