15 » Confesiones y ¿Nuestro secreto?

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He visto a Chris entrar en la cafetería. Esta es la sexta vez que le veo en lo que va del día; y solo han pasado tres horas desde que dieron inicio las clases. Supongo que su persecución del día de hoy, se debe a que ayer me salí casi corriendo de su clase sin decirle nada. Pero sinceramente no tenía nada que decir.

Ni ayer, ni hoy. No sé por qué anda de acosador.

Desvío la mirada de él y me enfoco en el escrito de media cuartilla que debo entregarle a la señora Lefevre —mi profesora de francés—, acerca de cómo es un día cotidiano en mi vida. No tengo la más mínima idea de cómo lo terminaré en diez minutos pero bueno, dicen que la esperanza es lo último que muere. Así que un poco de fe ahora, es lo que tengo.

Mente positiva, Reeves.

Siento esa mirada en mí otra vez, una que a estas alturas del día ya sé de quién proviene.

Chris.

Si me quedo en la cafetería, no podré concentrarme en el escrito, no con él aquí. Decido tomar mis cosas y salir lo antes posible, pero en cuanto levanto la vista, lo distingo acercándose a mí. Me pongo de pie rápidamente...

—Kate —susurra, le ignoro y le saco la vuelta rápidamente, él logra tomarme del brazo.

—Tengo clase, no quiero llegar tarde, discúlpeme profesor Evans.

Lo noto fruncir el entrecejo, aprieta sus labios un poco y suelta mi brazo.

—Bien —dice.

—Bien —le digo.

Evito el contacto visual. Muchas de las chicas de la preparatoria, han dicho en repetidas ocasiones que sus ojos azulados son una especie de debilidad para ellas. Y yo no soy la excepción. Para mí también lo son.

Camino en dirección al baño de mujeres, es el único lugar en donde él no puede ingresar. Abro la llave de agua del lavabo y mojo mis manos por unos instantes, sintiendo el frio del agua sobre mi piel.

Junto mis manos y sostengo el agua sobre ellas, para luego remojar mi cara, suspiro. Cierro la llave y miro mi rostro en el espejo. Tomo una toalla de papel, para secarlo y vuelvo a suspirar.

No quiero entrar a francés, no hice la tarea de la profesora Lefevre y no quiero tampoco estar escuchándola dar un sermón del porque es bueno entregar los trabajos en tiempo y forma. Lo peor del asunto es que no puedo ir a otro lugar, Melanie no ha venido a la escuela el día de hoy, está enferma o algo así me dijo que le dijera a los directivos, y Jeremy, bueno él anda con sus amigos del equipo de Basquetbol.

Estoy sola hoy.

Pensé en ir a las gradas de americano, y por un momento sonreí porque ese lugar sería el perfecto para saltarme francés, pero la sonrisa se fue cuando recordé que hoy había prácticas por el torneo que se aproxima.

Maldición.

Salgo del baño resignada a aceptar el regaño, la campana suena y todos los alumnos empiezan a llenar los salones. Camino por el pasillo, tomándome mi tiempo, si tendré el regaño por no hacer el escrito, que me anexen el de llegar tarde, ya me da igual.

El aula de francés es la última del pasillo, por lo que para cuando voy por la mitad de éste, ya está vacío. También está cerca del aula de inglés, para variar y ojalá espero que él esté dando clases también o que al menos esté en otro lugar.

Estoy por girar el picaporte e ingresar al aula, pero sin previo aviso alguien me sostiene del brazo, llevándome a algún lugar. Quise gritar pero una mano me tapó la boca, así que lo único que pude hacer es golpear a quien sea que me haya tomado, y de paso morderle la mano.

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