20 » Adiós.

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Tanto Sebastian como yo, acordamos que nada estaría mal entre nosotros. Habíamos aclarado las cosas e intentamos tratar con eso de ser amigos también. No rencores, no reproches. Iniciábamos desde cero.

—Iré a buscarlo —comentó él, refiriéndose a Chris— seguro quieres hablar con él ahora.

Asiento dándole la razón.

—No vayas a arruinarlo —pide.

Ambos nos sonreímos por un momento. Sebastian sale del apartamento cerrando la puerta detrás de él.

Abrazo mi cuerpo, giro sobre mis talones y me dirijo a la ventana para ver los edificios nuevamente. Agacho la mirada hacia la calle, visualizo la motocicleta de Sebastian, enseguida el auto de Chris y detrás está el de Jeremy, el auto rojo que le regaló su padre por las buenas notas en el semestre.

La puerta vuelve a abrirse, volteo para toparme con Chris, se nota nervioso, le sonrío levemente. Recibo una sonrisa torcida, fue más una mueca que sonrisa.

—Hola —saluda, cerrando la puerta detrás suyo.

—Hola —replico.

Quise decirle algo más, pero no pude. No sé cómo iniciar, después de que todo lo que le dije con anterioridad. Me siento tonta, debí haberle escuchado desde el inicio, pero no lo había hecho.

Recordé cada momento con él, los que pasamos en las gradas de americano suelen ser mis favoritos. Sentí la necesidad de ir con él, abrazarlo, besarlo, pedirle perdón, pero mi cuerpo parecía no responder. Quizá es porque mi cerebro pensaba que sería muy hipócrita de mi parte.

"No vayas a arruinarlo" recordé las palabras de Sebastian.

Ninguna oración me pareció coherente por decir, así que solo fui con Chris y le abracé. Solo eso. Lo apreté tan fuerte como pude y esperé a que él me abrazara también. Lo hizo. Sentí un alivio enorme cuando sus brazos rodearon mi cuerpo.

—Perdóname —digo con un hilo de voz bajo— perdóname por no escucharte.

Escondo mi rostro en su cuello, aprovechando el momento para oler su perfume. Como puedo, lo aferro aún más a mí.

—Perdóname tú por no decirte todo desde un principio —me dice, su voz suena extraña.

Recargo mi barbilla en su hombro izquierdo, sus labios tocan la piel de mi cuello y siento un hormigueo por toda mi espina dorsal, así como un par de lágrimas deslizarse sobre mis mejillas. Torpemente las retiro y me permito sonreír.

Nos alejamos un poco, solo para poder vernos de frente.

—Sebastian me contó todo —digo, él asintió invitándome a proseguir—. Estabas dispuesto a hacerte a un lado cuando te enteraste de nosotros ¿Qué estabas pensando?

Boston me miró un poco confundido.

—Nos buscábamos mutuamente, nos peleábamos sin ser nada. Tantas veces hice tonterías por tenerte cerca, creí que ya me había delatado contigo desde antes, creí que sabías que tú eres el que quería...

Ni siquiera terminé de regañarlo, él usó el mismo método que usó varias veces antes, callarme con un beso. Lo seguí, le besé, le abracé, no lo solté. Tenía miedo de que si lo hacía, se iría.

Había sido tan tonta.

—Sólo quería verte feliz —comentó cuando el beso culminó. Sonreí —. Te veías bastante bien aquel día, en las gradas ¿recuerdas? —Asiento— La forma en la que te ponías colorada de las mejillas de solo recordar al chico del bar. A Sebastian.

» Nuestro Secreto © Where stories live. Discover now