Capítulo 5 •Primer día•

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El paseo continuó su rumbo al igual que el tiempo, pues nunca se detuvieron.
Lastimosamente, no logré concentrarme más en el viaje, en mi mente solo estaba una cosa, él.

Hace un rato que ya estoy en el departamento, ahora mismo me encuentro sentada en uno de los muebles de la sala, tratando de disipar mis pensamientos y calmar mis emociones. Es extraño porque nunca me había sentido así, ni siquiera Andrew, mi exnovio y primer amor, logró causar estas sensaciones en mí.

Un horrible olor a quemado me devuelve a la realidad.

—¡Mierda! Olvidé que estaba cocinando. —grito mientras corro a la cocina.

El humo se apoderó del espacio y cómo puedo apago la estufa. Me coloco un guante de cocina para destapar la olla y me encuentro con cientos de granitos de arroz completamente negros, nada más Dios sabrá desde cuando se está quemando.

Al menos la carne se salvó, así que la sirvo cuidadosamente sobre un plato llano y a su lado coloco dos rebanadas de pan, pues el arroz definitivamente no se puede comer.

Coloco el plato en la mesa del comedor y camino hacia la nevera para servirme un vaso de jugo de pera, luego, regreso al comedor y me siento.

La carne está deliciosa y suave, aunque me hubiera gustado acompañarla con arroz, el pan está fresco, así que no me quejo.

No me acostumbro a comer sola, normalmente en mi casa comemos en familia. Recuerdo que no le contesté el mensaje a mi mamá, así que decido llamarla, así hablo con ella y también me acompaña virtualmente a comer.

Luego de insistir varias veces sin obtener respuesta, me rindo, supongo que ya se habrán dormido, pues allá es tarde, así que coloco una serie romántica que me gusta mucho y aprovecho de verla mientras como.

Sin darme cuenta, ya pasó una hora y yo sigo sentada en el mismo sitio, no sé en qué momento terminé de comer, pero ya me vi dos capítulos seguidos de la serie. Me duele la espalda y todavía siento la molestia en mis pies de tanto caminar, así que me levanto de la mesa y comienzo a lavar los platos, limpio un poco la cocina y camino hacia el baño.

Abro el grifo para llenar la bañera y le agrego una pastilla espumante con olor a coco, mientras se llena, comienzo a quitarme la ropa y también coloco una pieza de música clásica instrumental que me encanta, quiero que mi baño sea muy relajante, realmente lo necesito. Entro cuidadosamente a la tina y mi cuerpo se amolda tomando una posición muy cómoda, el agua está tibia y el aroma es exquisito, cierro mis ojos para relajarme y automáticamente mi mente, como siempre, comienza a divagar.

Recuerdo cuando era una niña y mis tíos nos llenaban la bañera a mis primas y a mí para bañarnos, nos adentrábamos en un mundo de fantasía y jugábamos a ser sirenas. Que rápido pasa el tiempo.

Comienzo a enjabonar cada parte mi cuerpo, con suavidad, dándome pequeños masajes en las piernas y los pies. De un momento a otro mi mente dejó atrás los recuerdos de mi infancia, ahora estoy pensando nuevamente en el chico de esta tarde, imagino cómo sonará su voz, recuerdo su hermoso cabello y cada perfecta facción que conforma su anatomía.

Basta, no puedo estar pensando todo el tiempo en él, no necesito distracciones en este momento de mi vida y menos si vienen de un extraño que ni siquiera sabe de mi existencia, al igual que yo no sé nada sobre él.

«Sabes que es el hombre más hermoso que has visto en tu vida»

Si, lo admito, pero la belleza no lo es todo. ¿Qué tal si tiene un oscuro secreto? Si es un violador, secuestrador, vende órganos, roba niños, o quizás es el líder de una mafia, es malo con los animales, odia a los ancianos, o es ladrón.

En alguna calle de VeneciaWhere stories live. Discover now