Capítulo 17 •Zona de peligro•

61 17 13
                                    

Allan Hill

En solo un abrir y cerrar de ojos, Alessia se alejó a toda velocidad del lugar en que nos encontrábamos.

No entiendo qué pasó, por un momento llegue a suponer que se arrepintió por lo del casi beso y el pelotazo fue su salvación. Pero sé que no es así, porque mientras corría la escuché gritar y maldecir.

«Cualquiera que la viera tan hermosa no se podría imaginar las barbaridades que son capaces de salir de esa linda boca»

La observo regresar algo agitada de tanto correr.

—Lo siento. —dice recuperando el ritmo de la respiración.

—¿Qué demonios fue eso?

—No te preocupes, solo era un viejo amigo gastándome una mala broma.

—Alessia, no tienes ni un mes aquí. ¿Viejo amigo? —interrogo.

En su mirada puedo ver que está mintiendo, y está demasiado molesta, aunque trate de disimularlo. Sabrá Dios lo que habrá pasado para que se enfureciera de ese modo, y peor aún, para que me mienta al respecto.

—O sea, es mi amigo desde que llegue aquí, al igual que tú. —duda.

—No te creo nada, mentirosa.

—¿Acaso estás celoso? Rojito. —levanta su mano, y luego toma uno de mis rizos entre sus dedos.

No sé que tiene esta mujer, ¡Dios mío! ¿Cómo es posible que con esa simple acción logre ponerme los nervios de punta?

—No puedo estar celoso de una amiga, cariño.

Su rostro cambia drásticamente, adoptando una expresión menos amable, pero, eso solo duró unos segundos. Porque luego, enarcó una de sus cejas y en su cara se dibujó una sonrisa ladina.

Me tensé en el momento en que decidió acercarse más a mí, llevo sus dedos hacia el borde de mi camiseta y sin permiso, la levantó, colocando su mano sobre la parte baja de mi espalda.

Ya no aguanto esto, tanta tensión me va a ocasionar un infarto. Y la causante es ella, es el contacto de su piel con la mía, son nuestras miradas conectadas y llenas de deseo, es su lengua humedeciendo sus labios una y otra vez.

—No parecía ser tu amiga hace unos minutos. —susurra, mientras acaricia mi espalda.

—Si quieres que seamos solo amigos, no puedes estarme seduciendo a tu antojo. —reprocho.

—¿Te estoy seduciendo? —pregunta, acercándose más.

No comprendo muy bien si el golpe le movió algo en sus neuronas que la están haciendo actuar de esta manera, pero si así fuera, agradezco a todo ser supremo por poner a ese niño con su pelota en nuestro camino.

Jamás la había visto así, no conocía su faceta sexy... Pero, debo admitir que me encanta y me atormenta en partes iguales.

Siento su mano subir por mi columna, dejando a su paso pequeños y delicados trazos con sus dedos.

—Acabas de entrar en la zona de peligro Alessia, no sabes lo qué haces. —advierto, tomándola por la cintura.

—¿Cuál zon...? —intenta indagar, pero no se lo permito. Ya basta de rodeos.

Estampo mis labios sobre los suyos.

Su cuerpo se tensa por un momento, y separo nuestros labios para no incomodarla, pero ¿Qué esperaba? Era obvio que si seguía provocándome así, la iba a besar.

Me mira confundida, pero luego cierra sus ojos y ahora es ella quien toma la iniciativa.

Se alzó para besarme, desesperadamente y con urgencia. No es un beso suave, para nada, es más salvaje, más intenso, como si estuviésemos descargando todo el deseo que habíamos estado conteniendo desde el primer día.

En alguna calle de VeneciaWhere stories live. Discover now