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Hubo un golpe en la puerta y Hermione suspiró suavemente, sacudiendo la cabeza. Babbity había sido una gran compañera para ella y el Conejo la cuidaría mucho más. El Animal que habla entendió que Hermione necesitaba un tiempo a solas, y ella siempre saldría de su madriguera probablemente para buscar comida. Pero bueno, era ridículo que Babbity llamara a la puerta principal cuando todavía era su casa. Hermione solo pensó que el Conejo se estaba yendo por la borda ahora.
-Estoy bien, pasa- dijo, sentándose en su cama. Hermione alisó el vestido blanco que Babbity le había dado. Sorprendentemente, le quedó bien y Babbity simplemente le dijo que solía haber una telmarina que vivía con ella; por lo tanto, había mucha ropa de repuesto para mujeres en su casa.
La puerta se abrió con un crujido y entró Babbity, con una pequeña sonrisa en su rostro mientras saltaba y colocaba una cesta llena de verduras en la desvencijada mesa.
-¿Te apetece una sopa de verduras, cariño?- preguntó, ahora juntando todas las verduras en la mesa.
Hermione sonrió y se puso de pie. -Eso sería bueno- respondió ella, ahora cojeando hacia Babbity. -¿Puedo ayudar?
-No, no, no te molestes, Hermione- dijo el conejo, sacando un cuchillo de uno de los pequeños armarios. Comenzó a rebanar las papas y reunió los pedazos en un tazón.
-No, insisto- dijo Hermione, frunciendo el ceño
Babbity suspiró y le sonrió. -Siempre eres persistente, ¿no?- preguntó, lo que provocó que Hermione sonriera tímidamente. -Está bien, cariño, ¿puedes hervir un poco de agua para mí? El fregadero está allí y ten cuidado con la chimenea ahora. No puedes permitirte lastimarte más, ¿verdad?
Hermione se rió entre dientes e hizo lo que le dijeron que hiciera.
Mientras trabajaban, Hermione pensó que estaba empezando a adaptarse aquí en Narnia. Bueno, estaba empezando a adaptarse aquí en la madriguera de Babbity. La compañía era amable y su humilde morada reconfortante. Aún así, no impidió que Hermione deseara estar de vuelta en Hogwarts y luchar junto con el Lado Luminoso.
Se había estado prometiendo a sí misma que una vez que su pierna lesionada estuviera curada, Hermione dejaría de molestar a Babbity y se iría de su casa para poder aventurarse por Narnia y descubrir cómo llegar a casa.
Su pequeña sesión de cocina terminó pronto y las dos fueron vistas sorbiendo su sopa caliente sobre la mesa.
-¿Cómo está-? preguntó Babbity, observando su reacción.
Hermione sonrió. -Sabe maravilloso, Babbity. Gracias- dijo y el Conejo sonrió.
-Entonces, he estado pensando y creo que te he encerrado en mi madriguera el tiempo suficiente- dijo Babbity después de unos minutos de silencio. -Un poco de aire fresco te hará bien. Dios, te has visto tan terriblemente enferma estos últimos días, Hermione, y creo que sería mejor si te relajas bajo el cálido aire de verano
