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"¡Hermione, por aquí!" Lucy proclamó felizmente, gesticulando salvajemente hacia la castaña.
Hermione sonrió y corrió hacia Lucy y los demás. Ella hizo una reverencia y se ciñó la capa a su alrededor. A diferencia de la ropa grandiosa que usaban los monarcas, Hermione simplemente vestía un vestido que Babbity le había prestado con una capa encima y una canasta en la mano.
Una vez más, estaban en una feria de Narnia, pero esta vez, los otros Pevensie, incluido Caspian, los acompañaron. Además, Lucy no se vio obligada a disfrazarse de campesina ya que sus hermanos estaban con ella.
La castaña miró asombrada mientras todos los dueños de las tiendas pululaban alrededor de los reyes de Narnia mientras les ofrecían diferentes tipos de productos. Admiró cómo seguían luciendo geniales y educados a pesar del pequeño alboroto que estaba ocurriendo a su alrededor. Aunque, ya podía ver que el rey Edmund estaba haciendo todo lo posible para ocultar un ceño fruncido cada vez mayor en su rostro.
"¿Cómo estás hoy, Hermione?" preguntó la reina Susan, agarrándola del codo para llamar su atención.
Hermione sonrió cálidamente a la reina. "Estoy bastante bien hoy, su alteza", respondió ella. "¿Y tú?"
"Nunca he estado mejor", dijo la mayor de las dos, seguida de un suspiro de satisfacción mientras miraba a Caspian de pie a su lado.
La castaña se sintió genuinamente feliz por la pareja casada. El rey Caspian ya estaba bien de la herida que había sufrido en el pasado por los rebeldes telmarinos y su esposa se veía positivamente radiante. De alguna manera, a Hermione le había preocupado que la dulce reina perdiera su resplandor durante la lesión de Caspian, pero ahora que finalmente estaba bien, Susan parecía muy feliz de nuevo.
"Espero que hayas dormido bien, Hermione." Esta vez fue Peter quien habló, y Hermione le sonrió de mala gana.
"Sí, su alteza. Gracias", dijo cortésmente, inclinando la cabeza.
El rey le sonrió con encanto y Hermione desvió bruscamente la mirada. Desde el Baile de Bienvenida, el Gran Rey Peter se había vuelto cada vez más consciente de ella. Hubo gestos, aunque pequeños, que decían mucho de la castaña. Sus acciones se volvieron cada vez más alarmantes y durante los últimos días, ella hizo todo lo posible por evitarlo. Fue en vano, ya que él parecía buscarla siempre. Agradeció a Lucy por su presencia constante ya que su compañía se convirtió en una excusa para no hablar con el Gran Rey.
