Freya Baker jamás en su vida le prestó atención a los merodeadores, ni siquiera al hermano de su mejor amigo.
Ella simplemente vivía en su mundo...
En su mundo de aventuras.
Un mundo en donde ella viajaba y resolvía problemas en todo el mundo.
Un mu...
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❝Lady Freya❞
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Freya terminó de empacar sus cosas, vio a su alrededor su habitación vacía por completo y sonrió triste.
Extrañaría la mansión Baker, después de todo había sido su hogar por tantos años, tenía tantos recuerdos, tantas personas que amaba como Peter y Albert, pero ya no era sano para ella estar ahí.
Al voltearse a la puerta vio a su padre observándola en silencio, por primera vez logró captar algo de ilusión en sus ojos, como si estuviera feliz de no verla más.
Ella tomó su baúl y con su varita hizo flotar su suéter hasta sus brazos.
-Ya me voy, espera al menos media hora para hacer tu fiesta...-
Lester mostró la carta que Freya le había dejado en su escritorio, se suponía que no la iba a leer hasta después de que ella se fuera, pero como siempre no le hizo caso.
-¿Una Ninfide?- Preguntó el mayor y su hija asintió- Tenías razón- Admitió el pelirrojo finalmente- Fue mi culpa, la muerte de tu madre, yo fui quien insistió en tenerte- Sus ojos se llenaron de lágrimas- Y cuando por fin te tuve no supe valorarte, hija-
-Tal parece que es cosa de todos los hombres en mi vida el darse cuenta tarde que yo valía la pena- Contestó la ojiazul en tono frío.
Eso hirió visiblemente a su padre puesto que dejó salir varias lágrimas mientras la veía colocarse el suéter.
-¿Me dirás a dónde vas a vivir?-
-¿Tengo qué? Nunca fuiste un padre para mí no te vengas a hacer el bueno conmigo ahora-
-Sé que no lo demostré antes Freya, pero te amo, el parecido que tienes con tu madre me cegó y no lo pude demostrar-
-Si tanto me amas déjame ir y no me busques nunca-
El señor Baker asintió apartándose de la puerta para dejar salir a su hija, cuando ella pasó a su lado el le extendió un sobre.
-No necesito tú dinero- Adivinó la menor.
-No es sólo dinero, es la dirección de la familia de tu madre en Nueva York, también hay boletos de avión para tus amigos y para ti, es hora de que comprendas tú historia-
Freya lo vio con algo de desconfianza hasta que por primera vez en su vida Lester le sonrió, ella tomó el sobre y lo guardó, no tuvo corazón para decirle que existían los carruajes voladores.
