Freya Baker jamás en su vida le prestó atención a los merodeadores, ni siquiera al hermano de su mejor amigo.
Ella simplemente vivía en su mundo...
En su mundo de aventuras.
Un mundo en donde ella viajaba y resolvía problemas en todo el mundo.
Un mu...
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❝Perdón Freya❞
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Freya tomó el té que Sally Robbins le ofrecía y le sonrió cuando la señora se sentó frente a ella.
-Albert va a regresar pronto, tenía que llevar a tú padre a la empresa y luego iba a volver-
-Esta bien, no hay problema en la espera- Aseguró Freya.
-¿De compras?- Preguntó la mujer al ver las bolsas de Freya.
La chica asintió y sacó un libro para mostrale a la señora Robbins.
-Las maravillas de Nueva York- Leyó la mayor con algo de confusión el título.
-Voy a viajar con Peter y Bastian la próxima semana, quiero visitar la antigua casa de mi madre y saber si aún queda algo de familia- Explicó la Baker.
-¿Y tú amiga Janet no va?- Freya negó y luego hizo una mímica de tener un vientre muy gran- Claro, por su embarazo, está muy avanzado-
El teléfono sonó por lo cuál la señora Robbins se disculpó antes de salir de la habitación para contestar.
Freya volvió a guardar su libro en la bolsa, pero luego escuchó un grito y corrió a la otra habitación para encontrar a la señora Robbins llorando junto al teléfono.
-¿Qué? ¿Qué sucede?- Preguntó Andrew, el hijo menor del señor Robbins, entrando en la sala.
-¡Ahhh! ¡NO!- Gritó la señora Robbins.
Freya vio como el adolescente de 14 años tomaba el teléfono y escuchaba lo que decían al otro lado, conectó su mirada con la de la pelirroja y ella supo que algo malo había pasado.
-Papá y el señor Baker tuvieron un accidente-Habló Andrew con la voz rota.
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Al entrar al hospital Freya y los Robbins corrieron al mostrador preguntando a la vez por Albert Robbins.
Ella realmente no supo cómo llegó ahí, su mente estaba en pausa justo en ese momento, dándose cuenta de que si algo le pasaba a su padre lo último que ella le dijo es que lo odiaba, prácticamente.