Monstruo

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Los personajes le pertenecen a Masashi Kishimoto

Despertó, miró el reloj despertador que marcaba las 6:35 a.m., aún tenía tiempo para arreglarse e ir a la escuela.

Cono monotomía, miró al costado de la cama y tal como lo esperaba, estaba vacío.

Suspiró, he intento ahogar las lágrimas que estaban por salir, se levantó con pezades y arrastrando los pies, se adentro al baño, observo su reflejo en el espejo de cuerpo entero que estaba en la pared y lo que vio no le sorprendió en lo absoluto.

Su cuerpo, extremadamente delgado hacía denotar sus costllas, últimamente no comía muy bien, su mente estaba en otro lado, pensando en cosas más importantes que alimentarse.

Su piel, que siempre fue extremadamente blanca, ahora era enfermizamente pálida, y contrastaba completamente con las dos grandes bolsas de color violeta que hacían notable su falta de sueño. Sus ojos, completamente apagados; ya no tenían ese brillo que tanto la caracterizaba, que la hacían saberse viva. Sus pómulos, hundidos; y su cabello, su tan preciado cabello, ahora estaba totalmente descuidado, las puntas estaban florecidas, de un rosa muy opaco, completamente dañado.

Sintió lástima, lástima de sí misma; estaba hecha un desastre, y poco le importaba. Se acercó hasta la ducha y giró el grifo del agua caliente, y luego el del agua fría, estabilizando la temperatura. Mientras esperaba a que la tina se llenara de agua; se quitó la camisa que usaba como pijama, se la acerco hasta la nariz y la olió. Tenía su aroma, el aroma de él, tan masculino, tan sensual, provocativo, y tan venenoso. Sí, así era él. Por fuera, era la criatura más hermosa jamás vista, un regalo de los Dioses enviado a los morales, pero por dentro; estaba podrido, total y completamente podrido.

Era el mismo Lucifer en persona. Y ella, sin pensarlo dos veces, le entregó su alma. Sólo cuando vio la realidad, realidad; y se dio cuanta de la clase de monstruo< que él era, supo que el precio que tuvo que pagar fue muy grande.

Metió su cuerpo dentro de la tina, y se sumergió completamente el ella. Se puso a pensar en lo injusta y lo cruel que es la vida. Especialmente la suya.No supo cuanto tiempo estuvo así, lo único de lo que fue consiente fue queo tomó una gran bocanada de aire, y que se había olvidado que aún estaba bajo el agua.

Alarmada, abrió los ojos como platos y emergió de la superficie, mientras escupía grandes cantidades de agua y se tocaba la nariz, la cual le ardía enormemente. Luego de que se le pasara la agitación y comenzara a respirar con normalidad, se levantó, como si el cuerpo se le pesara kilos; para sacar el tapón que impedía el paso del agua por la rejilla.

Tomó la pequeña toalla blanca que estaba colgada y se secó el cuerpo y el cabello con ella. Tomó otra un poco más grande para luego rodearla por su cuerpo. Cuando salió de la tina se acercó al pequeño espejo que estaba sobre el lavamanos, a la altura de su rostro. Alzó la mano y con el dorso de la misma limpió el vidrio empañado. Miró su rostro y se encontró... menos sucia.

Se cepillo los dientes con una pasta de sabor a menta muy fuerte, últimamente despertaba con muy mal aliento. Una vez higienizada, salió del baño, abrió un gran ropero blanco, frente a la cama, y tomó su uniforme que consistía en una camisa blanca mangas cortas, con el símbolo de su escuela Konoha en el hombro derecho; una pollera que le llegaba solo un poco más arriba de las rodillas, color verde oscuro; una corbata del mismo color (que también tenía el símbolo de la escuela), y unas medias (hasta la debajo de las rodillas) de color blanco.




Cuando se lo colocó. Se percató de que el mismo le quedaba bastante grande.

Vaya, no creí haber adelgazado tanto, pero qué más da... pensó la pelirosa. Se ató las agujetas del calzado escolar y salió a toda prisa de la habitación, bajó las escaleras y tomó las llaves que estaban al lado de una pequeña nota. La sostuvo entre sus manos y comenzó a leerla.

Sakura: Ayer a la noche salí con unos amigos y no logré llegar a casa temprano. Te deje dinero para que compres víveres en cuanto te despiertes. Atte: U.S. Mentiroso, con unos amigos, ¡já! Ni él se lo cree...

- pensó la ojijade. No perdió más tiempo, ya eran las 7: 15 y debía entrar a la escuela a las 7:30; estiró su mano hasta tomar su mochila y corrió hasta llegar a la salida de la casa, sin prestarle atención a su desarreglada apariencia, y tomó el primer autobús que se le cruzo por el camino.Cuando llegó a la parada correspondiente, bajó y observó el imponente edificio que se alzaba ante ella.

La Secundaria Konoha era una de las mejores de todo Tokio. Era una escuela para niños de papi. Pero entonces... ¿Qué hacía ella en un lugar como ése. Pues... muy simple, era becada; en realidad, la escuela solo le otorgada media beca, la otra mitad del dinero se la daban para que pueda comprarse todos los materiales que fueran necesarios para utilizar en la escuela.

Materiales que eran muy, muy caros. Y aún así, el dinero no le alcanzaba, y por eso trabajaba hasta altas horas de la noche en restaurante. El lugar no era malo; de hecho, era bastante recurrido. El problema, era el dueño, el muy maldito era un ogro; le encantaba hacerle la vida imposible. Pero eso es otra historia.

Además, su tía Tsunade contribuía bastante, le ayudaba pagando un pequeño apartamento que si ni bien no tenía lujos, estaba bastante bien ubicado, lo suficientemente cerca de la escuela y de su trabajo.Su tía siempre le decía que le veía un gran futuro por delante, y que algún día podría llegar a ser una gran Doctora como lo era ella, o incluso superarla.

Tsunade era una Doctora bastante prestigiada en Tokio, una de las mejores, pero no era tan asquerosamente rica como para ayudarla en todos los gastos que tuviera que realizar.

De hecho, si ella se le ofreciera en ayudarla más de lo que lo hacía se negaría rotundamente; ya había hecho mucho por ella.Y se preguntaran... ¿Por qué sus padres no la ayudaban?, pues también es muy simple; su padre era un adicto. Cualquier cosa que fuera a parar en sus manos lo invertía en drogas o jugando. Y... ¿a caso su madre no impedía que aquello ocurriera?. Pues no, porque no tenía madre. Ésta murió cuando ella tenía diez años, y por ello su padre cayó en aquel estado tan deplorable.

Ahora, a sus diecisiete años de edad, ya estaba acostumbrada al dolor; y creyó que ya no podía sufrir más de lo que ya había sufrido en su vida.

Oh, pero cuan equivocada estaba.

Él, le mostró tipo de dolor, pero aún no podía acostumbrarse a él. De hecho, estaba segura de que jamás podría llegar a hacerlo.Y ahí lo vio, rodeado de todo su grupo de amigos, tan perfecto como solo él podía llegar a serlo; también vio a esas mujeres que se le acercaban sin ningún tipo de disimulo y se le colgaban de los brazos mientras lo tocaban, y él no hacia nada por impedirlo, sonriéndoles con suficiencia, y ellas riendo tontamente. Uno de los amigos del muchacho, le tocaba el hombro, y señalaba con los ojos en la dirección de la castaña.

Entonces... él la miró, la escaneó con sus penetrantes y oscuros ojos; desde la punta de sus pequeños pies, pasando por su esquelética figura, hasta posarse en su pálido y triste rostro sin vida. Y le sonrió; pero no con cariño ni mucho menos amor, sino con mofa.

Él, era su perdición, un pecado andante que la deslumbraba con tan solo una mirada, pero también, era quién le rompía el corazón, día tras día, con su cinismo e hipocresía. Él, era un monstruo, él... era Sasuke Uchiha.

Su Novio.

MonstruoNơi câu chuyện tồn tại. Hãy khám phá bây giờ