Patética

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Los personajes le pertenecen a Masashi Kishimoto


Se quedó ahí, estática, mientras la mirada de todo el grupo de amigos del moreno posaba su vista en ella. Aquellas tipas que segundos atrás estaban tocando a su novio, ahora; lo hacían con más descaro, sólo que ahora eran concientes de ella las estaba mirando, aunque eso no pareció importarles mucho; de hecho, nunca les importó.

Todos susurraban, la miraban con superioridad y la señalaban sin ningún disimulo. Dando a entender... que ella no era más que una rata que intentaba ser algo que jamás podría llegar a ser.


Bajó la mirada, pero no porque aquello le hiciera sufrir, como ya había dicho antes, estaba acostumbrada, lo hizo para ocultar su impotencia, su resentimiento hacia aquellas personas, pero más que nada , el dolor que le causaba él, quien no hacía más que mirarla.


Entre todas aquellas voces logró distinguir la suya, y lo que escuchó terminó por destruir su autoestima.


-"Patética"-le oyó murmurar. Para luego dirigirse a su respectivo salón de clase.


Todos fueron desapareciendo, pasando de ella como si no estuviera. Quedando completamente sola, aún estando fuera del Instituto.


-"Patética"-se repitió, mientras se frotaba los ojos, intentando disminuir la comezón que le causaba retener las lágrimas; dolía, dolía mucho.-"Debo ser fuerte"-dijo, en un susurro lastimero, más que como una exclamación de aliento hacia sí misma.

Resignada, ingresó al edifico. Los pasillos estaban desiertos, al parecer todos ya estaban dentro de sus aulas.

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Con pasos lentos, caminó hasta el salón que se hallaba en el último piso de la sección Secundaria.

Observó su alrededor; las paredes pintadas de un pulcro blanco hacía juego con las grandes cerámicas de un color crema muy pálido, casi blanco. Los adornos, como las pequeñas lámparas que estaban atornilladas a la pared, eran de un material que de lejos parecía hecho de oro, pero no estaba segura, nunca se molestó en comprobarlo, aunque no creyó que utilizaran ese metal precioso como para hacer una lámpara; pero con la cuota que cobraban no le sorprendería saber que el director de la escuela debía estar nadando en billetes. Pero ese no era el punto.

Los grandes ventanales de forma rectangular, eran muy altos y no tan anchos. Y uno cuantos metros más arriba, colgaba una lámpara de araña de cristal, con varios detalles en oro, y los focos que había en ella tenían forma decorativa de vela.


Llegó al final del pasillo y dobló a la izquierda, la primera puerta era la suya, estaba en último año de secundaria, con orientación en medicina. Por suerte, no estaba con Sasuke, ya que este prefirió economía y administración de empresas, como la gran mayoría de los estudiantes que iban a aquella escuela, ya que todos, el día de mañana, seguramente heredarían las empresas y/o acciones de su familia.


Cuando entró al aula, todo estaba hecho un descontrol, la mayoría de las personas en esa clase eran del género femenino, por lo cual el lugar parecía un convento repleto de chismosos. Las mujeres estaban sentadas sobre los bancos hablando quién sabe sobre que cosa. Su presencia fue olímpicamente ignorada, mejor para ella.

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