Monstruo

Nadie va a tocarte

Los personajes le pertenecen a Masashi Kishimoto

Era un hermoso día, todos los jóvenes charlaban animadamente en el gran parque del Instituto disfrutando los pocos minutos que tenían de receso.

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Sasuke estaba levemente recostado en la corteza de un árbol, debajo de la sombra y con las manos dentro de los bolsillos.

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Pensaba...en lo ardura que se estaba volviendo su vida, cada vez más y más responsabilidades. Jamás pudo jugar en el parque como lo hacían todos los niños. Jamás supo lo que era una muestra de afecto, su padre jamás se lo había dado, y toda su niñez estuvo bajo el cuidado de viejas y amargadas tutoras que solo querían volver más viejos y amargados a los demás.

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Todas las personas que pasaban junto a él reían, se abrazaban y charlaban. ¿Por qué él no podía ser así?

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Fácil.

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Porque ya no le importaba.

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Se burlaba de aquellos que decían ser más dichosos que él. Él lo tenía todo. Dinero, mujeres, inteligencia, entre muchas otras cosas que los demás solo pueden soñar con tener. Nada le faltaba. Y había aprendido a ser "feliz" con eso.

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Todo aquel que lo veía sabía que llevaba un gran peso sobre los hombros, ser uno de los propietarios de Uchiha's Corp. no era nada fácil. No era solo la más importante en Japón, sino también en todo el mundo. Lo habían criado para eso, para dirigir, para ser un gran hombre de negocios, al igual que su padre.

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Su seño se frunció involuntariamente al pensar en él.

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Su padre... No sabía si esa era la forma correcta de llamarlo, ya que él siempre les ordenaba que lo llamaran "señor" o "Fugaku-sama". Y esa orden lo incluía tanto a él como a todos.

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Ah... claro, para todos, menos Itachi.

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Para Fugaku era un orgullo cada vez que de la boca de Itachi salía la palabra "padre". Se sentía orgulloso de saberse el creador de semejante genio. No perdía oportunidad de alardearle al mundo lo buen hijo que era el mayor de sus hijos.

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¿Pero... y Sasuke?

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Eso es lo que preguntaban algunos, muchos ni se acordaban de él.

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Cada vez que alguien preguntaba por él, Fugaku solo se encogía de hombros y hacía un gesto despectivo. Como restándole importancia.

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Apretó los puños.

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-"¡Hola Sasuke-san! ¿te parecería si-?"-no la dejó terminar su insinuación ya que le dirigió una gélida mirada y con la voz ronca de ira le dijo.

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-"¿Quién mierda te crees que eres para hablarme así?-la chica abrió grande lo ojos y tembló... de miedo.-"largo."-siseó. La muchacha acató la orden inmediatamente y salió llorando. Cosa que muy poco le importó. No se acordaba de su nombre, pero esos pechos eran imposibles de olvidar, era una de las tantas que pasaron a formar parte de su colección de juguetes. Pero como todo niño, se aburría de ellos. Quería algo nuevo, algo exótico, algo que jamás probó.