De ti no queda nada

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Los personajes le pertenecen a Masashi Kishimoto

Eran las 6:50 a.m. cuando el despertador comenzó a hacer un ruidoso y molesto sonido.

Con algo de pereza, estiró su mano lo suficiente para poder apagarlo, pero al estar bajo las sabanas no podía ver donde quedaba el botón que detenía la alarma, y no tenía ganar de levantarse a mirar, pero ese incesante ruido le estaba dando dolor de cabeza.

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Irritada, apoyó todo su peso en los codos mientras sentía como le palpitaba el cráneo por levantarse tan abruptamente. Más molesta que antes, tomó al despertador y lo miró como si fuera lo más despreciable del mundo, antes de tirarlo por la ventana que estaba abierta.

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Sonrió satisfecha consigo misma ahora que por fin podía escuchar sus propios pensamientos. Satisfacción que no le duró mucho al escuchar el ruido de un vidrio rompiéndose en la casa de enfrente.

Alarmada, se levantó y corrió hasta la ventana mientras chocaba con todos los muebles e intentaba desenredarse de las sábanas que estaban entre sus piernas.

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Con cautela, asomó levemente la cabeza, lo suficiente para que sus ojos pudieran ver que el despertador había caído justo en la habitación de su adorable vecina, rompiendo el vidrio del balcón de la misma, otra vez.

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-"¡HARUNO!"-rugió furiosa una mujer cincuentona de cabello canoso, una horrible verruga en la nariz y un carácter de los mil demonios, especialmente cuando recién se levantaba, como ahora.-"esta si me las vas a pagar mocosa!"-gritó colérica.

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La pelirosa tragó en seco, y se fue escondiendo detrás de la pared, mientras seguía escuchando las palabrotas de la anciana y las quejas de los vecinos por el escándalo.

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-"Ups"-dijo, mientras reía nerviosamente.-"Buen inicio para el primer día de clases."-se halagó, sarcástica.

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Torpemente se levantó y vio el reloj de Mickey Mouse colgado en la pared que indicaba las 7:03 a.m.

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-"¡Genial!"-se dijo, entre dientes.

Corrió a toda prisa al baño y se dio una rápida ducha de agua fría, ya que por motivos desconocidos el agua caliente no salía, y le tomó no más de ocho minutos.

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Se vistió con rapidez y bajó a zancadas por las escaleras. Cuando llego a la sala de estar, vio una mano que sobresalía del sofá, ya que lo tenía de espaldas no podía ver quién era, aunque lo sabía perfectamente.

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De cuclillas, se acercó con la gracia de un felino asta quedar frente al sujeto que descansaba en el sofá.

Intentó que la imagen de su padre borracho, con la baba colgándole y rodeado de botellas de cerveza no le afectara tanto como la primera vez que lo vio así, pero para ella, verlo en ese estado le resultó tan traumatizante y espantoso como siempre.

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Negó con la cabeza de un lado a otro, decepcionada, muchas veces le expresó a su padre lo que opinaba sobre aquello; y cada vez que lo hacía este le respondía: "Me importa una mierda lo que una malparida como tú piense", y seguido de eso le regalaba una cachetada.

MonstruoWhere stories live. Discover now