Capítulo 14.- Fuego infernal / Luz celestial

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Advertencias: Escenas sexuales explícitas. 

(N/A: Dos capítulos en uno porque los amo y se lo merecen. Pero culo si no comentan (?)) 

[.]

Llevaba años sin explorar el cuerpo de una mujer en la cama. Tanto que había pensado que ya el sexo no le interesaba más allá de un mero alivio fisiológico que necesitaba de vez en cuando para mantenerse saludable. 

Sin embargo, la piel de esta mujer era exquisita en más de una forma. 

Tenía un sabor de lo más curioso, ligeramente salado pero al mismo tiempo dulce, tan suave como los pétalos de una rosa. Su color era claro y cremoso, como el interior de una almendra, sin la palidez que presumían tantas jovencitas en Inglaterra. 

Y su rostro… Por dios, su rostro. 

Le recordaban a una de esas pinturas de gitanas de cabello y ojos oscuros, con largas pestañas sobre mejillas sonrojadas y cuerpos saludables.

Ella era así, como una amazona. 

Su cuerpo era largo y flexible, y se retorcía debajo del suyo en un placer impaciente y caprichoso, mientras él se imponía y le negaba por ahora la liberación que tanto ansiaba.

— Por favor. —Ella suplicó de un modo que hizo que su miembro palpitara en respuesta, pero él sólo sonrió contra su cuello. 

— Aún no. —Sopló suavemente, justo donde sabía que ella era más sensible, así que no le sorprendió cuando volvió a retorcerse, tratando de escapar de su agarre. Él la sujetó con más fuerza, levantando sus manos por encima de la cabeza, viendo como ella levantaba el pecho de manera casi inconsciente.— Me gusta tenerte así, tan dispuesta. 

— Jódete, imbécil. —Ella siseó, lanzándole una mirada venenosa, tan llena de fuego como el resto de su cuerpo.

— No. —Él ronroneó, mordiendo ese trocito tan tierno y dulce de su cuello, hasta que dejó una enorme marca púrpura. Ella gritó en respuesta.— Creo que prefiero joderte a ti. 

Sólo entonces la tomó con fuerza de las caderas y la giró en la cama, sujetándola por el largo cabello castaño mientras ella se debatía entre la rebeldía y la inevitable satisfacción de tenerlo encima, sabiendo lo que vendría en breve. 

— ¿Por qué eres tan impaciente? —Él le preguntó al oído mientras tiraba con más fuerza de su cabello, obligándola a arquear la espalda. Ella gimoteó mientras sus piernas temblaban a la expectativa.— Si tan solo supieras obedecer órdenes. 

— A ti no te interesa que sea obediente. —Ella replicó, y a pesar de su posición de sometimiento, le miró de reojo con una sonrisa desafiante.— Creo que eso te sería muy aburrido. 

— Puede que tengas razón. —Él suspiró, resignado de algún modo a esa conclusión.— Pero siempre puedo seguir intentándolo. 

En un instante, él le había separado los muslos, preciosos y delgados, y había encontrado la cálida humedad que escondía su centro femenino. Ella volvió a ronronear, echando la cabeza a un lado cuando él la soltó para poder afianzarse mejor a sus caderas. 

— ¿Va a doler esta vez? —La escuchó preguntar como hipnotizada, respirado más rápido a medida que él se frotaba contra su sexo. 

— No. 

Ella resopló… y él se enterró con fuerza hasta que la hubiera llenado toda. Ambos se estremecieron. Ella por la manera en que su cérvix era presionada y él por la forma que ella lo apresaba en torno a su virilidad. 

Jack el destripador | Segunda TemporadaDove le storie prendono vita. Scoprilo ora