Capítulo 22. Té en Baker Street

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13 de Junio de 1887

Durante años, Hanji se había acostumbrado a despertarse con los primeros rayos de sol, llena de energía para empezar su día. Salvo un par de excepciones que ahora dolía recordar, no había tenido el hábito de quedarse en cama hasta tarde, mirando el lado vacío de su cama con una fuerte punzada de desazón.

No le sorprendió que Levi no hubiera vuelto anoche, pero estaba preocupada.

¿Le habría dejado una nota, al menos?

El recuerdo de Erwin desapareciendo en Wrysbury la atormentó de nuevo; la piel helada y azulada de Annie Leonhart también vino a su memoria; el ataúd de Anka, lleno de flores blancas. Maldición, no debía pensar en esas cosas ahora.

¿En qué momento la muerte se había vuelto su enemiga?

─ ¿Mamá?

La voz de Mikasa venía del otro lado de la puerta del dormitorio. Hanji se llevó una mano a la cabeza, dándose cuenta que era mucho más tarde de lo que pensaba.

─ Entra, corazón. ─Hanji intentó sonreír cuando la niña entró, perfectamente vestida y limpia, y la miró con una expresión preocupada─. Lo lamento, hoy me atraparon las cobijas. ¿Dormiste bien?

Mikasa asintió, lo que era una fortuna. Después de haber acudido al funeral de Anka, le preocupaba que la chica tuviera pesadillas o insomnio.

Pero se veía radiante, a pesar de la inquietud en su mirada. En algún momento había crecido unos cuantos centímetros, y su cuerpo lentamente empezaba a desarrollar algunas curvas en los lugares correctos. Estaba muy lejos de ser una mujer, pero poco a poco, dejaba de ser una niña.

Cuando Hanji la instó a sentarse a su lado en el borde de la cama, Mikasa se dejó envolver en un cálido abrazo y apoyó la cabeza en su hombro.

─ Ay, ¿qué hice para merecerte? ─susurró Hanji con cariño, arrancándole a la menor una sonrisa.

─ ¿Firmar los papeles de adopción? ─probó Mikasa.

Hanji se echó a reír. Había estado tan deprimida que llegó a pensar que no volvería a sentirse feliz.

Pero Mikasa era, pues... un milagro.

─ Eso quisiera. ─Suspiró─. Desafortunadamente, la condición del juez Bradley es que Levi y yo estemos casados antes de hacerlo oficial.

─ ¿Por qué? ─Mikasa sonaba triste.

─ Porque ─Hanji volvió a suspirar, ahora con cierta pena─, según la ley, una mujer soltera no puede adoptar. Incluso a los hombres se les dificulta mucho. En el caso de los viudos, la ley los motiva a casarse de nuevo si quieren adoptar.

─ Esa ley es tonta ─replicó la chica, haciendo que Hanji volviera a reír.

─ Sí, lo es.

Después de un rápido y nada quisquilloso baño, Mikasa ayudó a Hanji a ponerse un bonito vestido de día, apropiado para la calurosa primavera de ese año. El color amarillo pálido predominaba sobre el fresco algodón crudo, con un escote recatado pero que le permitía respirar sin la molestia de los cuellos altos. La falda, menos voluminosa y pesada que los modelos más elegantes, se agitaba un poco al moverse.

 La falda, menos voluminosa y pesada que los modelos más elegantes, se agitaba un poco al moverse

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Jack el destripador | Segunda TemporadaWhere stories live. Discover now