El cine

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LUCÍA MARTÍNEZ

Me desperté con un mensaje en mi celular de un número desconocido:

—Hola, conseguí tú número, era para avisarte que la película empieza a las 9 pm por lo que paso a buscarte por tu casa a las 8.30 ¿te parece bien?

—¿Quién eres?

—Mateo, tontita.

—¿Cómo conseguiste mi número?

—Tengo mis métodos.

—Dime.

—Me lo pasó Clara.

—¿Ustedes que son?

—Amigos muy cercanos, pero no te preocupes, Clara es lesbiana.

—Está bien, te espero en mi casa a las 8.30 entonces.

—Nos vemos.

—Nos vemos.

Desconfíe un poco, ya había escuchado eso antes.

Gay Paul

Soy gay, ¿cómo puedes tener celos de que sea cercano a tu novia?

No paraba de pensar en lo mismo hasta que se abrió la puerta: Mamá estaba en casa con Celeste.

—¡Ma! Hoy voy a salir con un amigo al cine, ¿está bien?

— ¡Si, has lo que quieras, yo estaré con Celeste!

—¡Gracias!

Me apronté, con un lindo vestido rojo y corto, para ser específico,10 dedos arriba de mis rodillas.

Me maquillé, primero me puse la base y cuando iba a agarrar el rimel se me cae. Todo el piso lleno de tinta negra. Las paredes blancas también, todo menos mi vestido, por suerte.

No tenía tiempo para limpiarlo, Mateo llegaría a mi casa en cualquier momento.

—Ding... Dong... Ding... Dong...—se escuchó el timbre.

—Mateo llegó, nos vemos luego, ma.

Abrí la puerta y lo vi.

Me quedé sin palabras.

Estaba tan lindo.

Estaba de traje negro y una camisa blanca debajo.

Lo mire de arriba a abajo, observandolo detenidamente.

Llevaba su cabello castaño oscuro bien peinado hacia atrás, sus cejas perfectas del mismo tono que su cabello. Sigo bajando la mirada lentamente hasta encontrarme con sus ojos tan oscuros y profundos.

Luego llego a sus labios, rojos y carnosos, que contrastan con su tez pálida. Su mandíbula marcada, sus expresiones de alegría por verme y los hoyuelos que se le marcaron al verme eran la cosa más divina que había visto en mi vida.

Observo detenidamente su cuello y me doy cuenta que lleva un collar plateado de pelotas pequeñas y muy juntas. Su bolsillo en la parte izquierda de su camisa llevaba dentro un rosa que no dudó un segundo en sacarla de allí y entregarmela.

La tomé mientras bajaba mi mirada hacia sus manos venosas llenas de anillos plateados. Me estaba derritiendo por él.

—Quedate mirando todo lo que quieras—me dijo sonriendo, dejándome ver esos hoyuelos maravillosos otra vez.

—No, no te estaba mirando—dije mientras sentía mis mejillas sonrojarse.

—¿No me piensas saludar, princesa?

Me acerqué a él permitiendome oler el increíble aroma de su colonia. Él se acercó a mí también y me dió un beso suave y húmedo en mi mejilla derecha.

Dejé de respirar, aguantaba el aire por lo nerviosa que estaba.

Este chico me hacía sentir cosas que nunca había experimentado antes, ni siquiera con Lisa.

—Ven Lu—me agarró la mano y empezó a correr con un gesto en su cara de diversión—, te quiero enseñar algo antes de ver la película, hay que apurarnos.

Corrí detrás de él, como dos adolescentes boludos. Viviendo como si fuese el último día.

Llegamos a un lugar que no conocía, era muy lindo.

Estábamos sentados, con las piernas al borde de lo que parecía un cerro. El paisaje era hermoso, y las estrellas aún más lindas.

Era tan pacífico, si fuese por mí, vendría todos los días a este lugar.

—Bueno, vamos a llegar tarde, solo quería mostrarte mi lugar de escape.

Llegamos al cine y fuimos a comprar los boletos.

—Hola, me gustaría comprar dos tickets para ver la película Escape room: sin salida—Dijo Mateo.

—Teo, ¿Es necesario que sea una película de terror? —Le dije con cara de decepción.

—Por supuesto que sí –Respondió Mateo con un tono que lo hacía parecer obvio.

—Está bien– suspiré derrotada.

—Ahí tienen los tickets, que disfruten de la película.

Entramos a la sala y buscamos nuestros asientos.

—Con permiso. Gracias.

Después de atravesar toda la fila de asientos, llegamos a nuestros lugares. La película ya va a arrancar, las luces del cine se apagan y comienza.

Empecé a lamentar haber venido. No me gustaban las cosas de terror pero Mateo parecía disfrutar de que yo estuviera con miedo y le agarrara la mano con fuerza.

Miraba el reloj desesperada, no la estaba pasando bien. Ya quedaba poco para que terminara y por fin podría irme.

Más tarde ese día, fuimos a un restaurante a cenar.

—Gracias por invitarme al cine y ahora a este lujoso restaurante. —Le dije, no quería hacerlo sentir mal por lo de la película.

—Un placer.

— ¿Que van a ordenar?

—Salmón a la plancha y ensalada por favor.

—Está bien, ya les traemos la orden.

Después de una gran charla y una comida deliciosa, nos fuimos a nuestras casas.

En el camino, se nos acercó un señor de alrededor de cincuenta años, sin camisa, y con una mirada sospechosa. Mateo le dijo— ¿Te quieres correr del camino? Mi novia y yo queremos pasar. — haciendo la voz más grave que pudo.

— ¡No! —Le gritó el hombre a Mateo— Esa chica será mía, quieras o no.

Estaba entrando en pánico, ¿y si me violaba? Después de lo que había pasado con Belén todo era posible.

—Disculpen, ¿Está todo bien? —Me salvó esa voz de un ángel que venía a rescatarme. — ¿Y quién te crees tú para ir molestando a la gente? O te alejas o te golpeo– Dijo el chico que se nos había acercado.

Era Kevin, no lo podía creer.

El señor de mala gana se corrió y Mateo y yo estábamos aliviados.

Fui y lo abracé, fue un impulso el cual a Mateo no le gustó.

Seguimos nuestro camino en silencio, y cuando llegamos tuve que romper el silencio.

—Gracias por acompañarme pero debería irme —Le dije ansiosa por llegar a mi cuarto y acostarme, estaba muy cansada y debía procesar esta experiencia desde el comienzo hasta el final.

Llamé a Mateo después de almorzar al día siguiente.

—Hola Teo, ¿Cómo estás? Te quería avisar que iré a la playa en una hora, también vendrá mi mejor amiga con su novia, por si quieres venir.

—Allí estaré. 

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La playa será su tercera cita, ¿se besarán? ¡Descubrelo en el siguiente capítulo!
Los amo <333

Un trago de mal gustoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora