El cumpleaños de Kevin

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Lucía Martínez

Unos días más tarde, recibí una llamada de un número desconocido.

—Hola, soy Fernando, el padre de Kevin.

—Oh, em. Hola, ¿en qué lo puedo ayudar?

—Kevin cumplirá años mañana y creímos que lo mejor sería que lo pase con su novia.

¿Novia?

¿Acaso Kevin le había dicho a sus padres que éramos novios?

¿Si solo habíamos salido una vez?

—Em. Si claro, yo veré qué hago.

—Gracias Lucía, cualquier cosa que necesites te ayudaremos.

Corté la llamada y me dio pena. Sabía que Kevin me quería y era un buen chico..

Decidí jugar a todo o nada y pasar el cumpleaños de Kevin con él.

Al otro día, fui a su casa con un ramo de flores, Caléndulas, ya que eran su favoritas.

Me paré frente a su puerta y le toqué el timbre pero nadie contestó. Toqué devuelta.

— ¡Ah! —se escuchó una voz asustándome.

— ¡Dios mío! —grité eufóricamente mientras volteaba con velocidad.

—Chis, tranquila, soy yo.

—Kevin, me asustaste—, Le dije mientras sentía mi corazón palpitar como si estuviera amenazando con salirse de mi pecho—estas son para ti. —Le dije mientras estiraba mi brazo derecho, apuntando las flores Caléndulas hacia su pecho.

Kevin me dio una mirada maravillosa. Sus ojos verdes estaban muy brillosos, ilusionados, contentos. Su sonrisa era sincera, y los hoyuelos aún más lindos hacía que se viera como el chico más atractivo que había visto en mi vida.

Su rostro era divino a los rayos del sol mientras que su voz ronca sonaba tan dulce al mismo tiempo, me estaba derritiendo por él. Ya no sabía si mi corazón se comportaba así por el susto o ya se había olvidado por completo gracias a lo besable que se veía Kevin.

—Perdona lo del otro día, déjame invitarte a salir por tu cumpleaños, iremos al bar que tanto te gusta, o por lo menos eso dice tu padre— me reí en voz baja, no se si era porque estaba nerviosa o porque me asustaba tenerlo tan cerca mío.

Llegamos al bar y había música realmente fuerte, tanto que sentía el pulso de la música en mi cuerpo.

En frente de todos lo besé, esta vez bien, quería que todos vieran al bombón de novio que tenía. Estaba encantada de poder presumir y a él también parecía gustarle. Nuestros labios seguían el ritmo de la música, bailaban sincronizadamente haciéndome sentir en mi lugar seguro, cálido, cómodo.

Pedimos dos shots de tequila aunque era menor de edad.

Kevin ya cumplía veinte así que aquí ya estaba legalmente autorizado a tomar, pero yo con diez-y-siete años no.

Agarré el que me entregaron a mi y Kevin me lo quitó de la mano y tomó primero, pero no sin antes haberme echado sal en el cuello. Lo tragó, de una, seguido de una lamida a mi cuello. Su lengua en contacto con mi piel me llevó a un gran escalofrío que recorrió mi columna vertebral.

Él lo hizo despacio, asegurándose que lo disfrutara mientras que yo me estremecía como un signo de que enserio me la estaba pasando bien.

Al terminar, me miró a los ojos mientras, sin desviar la mirada de mi, estiraba su brazo izquierdo arriba de la barra en busca de un poco de limón. Lo agarró y se echó un poco en su boca para contrarrestar el gusto fuerte del tequila.

Él me miró con una cara divertida y atrevida, diciéndome que era mi turno.

Hice lo mismo que él, solo que se notó que era mi primer shot porque me quemó de tal manera que casi me arranco la garganta. Desesperada por un poco de limón lo busco pero no lo encuentro.

— ¿Buscas esto?

—Dámelo Kevin, siento que tengo fuego en la garganta.

—Pués...—Se quitó la camisa y se echó el jugo del limón por su pecho, las gotas bajaron hasta su abdomen bien tonificado y no me quedó de otra que aceptar.

Se acercó a mi oído y me dijo, en un susurro, que me amaba. Me puse nerviosa pero feliz, y cuando le iba a decir que yo también lo amaba, Kevin se empezó a poner pálido.

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Pálido, desorientado... ¿Será que se aproxima la primer muerte?

Un trago de mal gustoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora